El período de intercampaña corre en dos vías.
La primer se desarrolla en la promiscuidad de las redes sociales, donde pueblan los exabruptos, insultos, un discurso de baja ralea que raya en odio fascista contra los aspirantes a un puesto de elección popular.
La narrativa del odio separatista.
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La vida en las redes sociales transcurre en una picota virtual, donde el odio habita un reino de tinieblas, buscando hundir con mala entraña, al adversario, transmutado por los laboratorios de bots en enemigo mortal, como una plaga que hay que exterminar de la faz de la tierra.
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Hace un par de años, el padre de la Semiología moderna, Humberto Eco, definió con calzador el fenómeno que se extiende como plaga bíblica, sobre todo en la política: “las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad”.
Empero la prevalencia de las reglas en la competencia, miles de analistas políticos, escribanos, opinócratas, hermenéuticos, adivinos mediáticos y chamanes del marketing político, despotrican contra los adversarios por su oriundez, por sus ligas inconfesables con los tentáculos de la corrupción pública cuando fueron funcionarios, sus cercanías con personajes del poder factico etiquetado como delincuencia organizada; y hasta por sus apellidos, sinónimos de caciquismo político encaminado a un esbozo de monarquía región cuatro.
Vaya, la impronta periodística de la inmediatez aterriza hasta en el valor de unos mocasines Ferragamo de 20 mil 600 pesos, usados para recorrer la aldea veracruzana, ha quedado en bandazos de morbosidad, acomodados en el aforismo de que no hay comunista sin Rolex en la muñeca.
Los tiempos han cambiado, el Rolex es anticuado, demasiado apegado al canon de la vieja política sindicalista, al viejo sistema, enterrado en las más de mil 300 mañaneras, proclive a la identificación de ‘conservador’, emisario del pasado, del portador que es heredero de la política del hurto, del latrocinio. Hijos de la corrupción, dice el presidente cada mañana cuando se refiere a sus adversarios, a quienes ha hecho polvo ante la multitud con un discurso eficaz.
Ahora la moda política es lucir una pieza numerada, de edición limitada de un Richard Mille, la marca de relojes suizos que asocia la innovación técnica y la arquitectura más puntera con el legado de la relojería, según fijante publicitario de la marca de esto relojes cuyo costo supera los 6 millones de pesos.
Claro, el pequeño capricho de relojería no es para traerlo en los recorridos proselitistas, nadie que vaya a una concentración bajo promesa de recibir algo, obtener un beneficio inmediato y efímero como un billete de 200 pesos, una despensa, una sombrilla o una mochila escolar, se percataría del costoso artefacto, salvo el ojo entrenado de un fotoperiodista que busca siempre la nota, lo discordante entre un electorado jodido y candidatos empoderados erigidos en salvadores de la patria chica.
En la segunda, la real, nada ha permeado la vida cotidiana.
El estado de las cosas no ha cambiado por una precampaña descafeinada que sólo arrancó las hojas del calendario del martes 2 de enero al sábado 10 de febrero.
Salvo las pasiones que corren por las cañerías de partidos y coaliciones por la rebatinga de las candidaturas al Senado, diputaciones federales y locales; el veracruzano sigue en su rutina diaria.
Las leyendas circuladas en las redes sociales no aterrizan en la masa, no son parte de la conversación cotidiana en la casa ejidal, en el taller mecánico, en los almuerzos a medio cañaveral, hecho taco el itacate con las manos ennegrecidas que blanden la moruna de sol a sol por 200 pesos el jornal de la zafra, en el quiosco del pueblo, en los patios de las parroquias católicas, en las bancas de las ceremonias cristianas, en los templos adventistas, en la fila de las tortillas o en las mesas de billar.
Aquí las peleas entre los candidatos y candidata no se conocen, no forman parte del conversatorio de la vida real.
Los opinócratas podrán escribir cien columnas de sesudo análisis a favor o en contra de cualquier candidato o candidata a la gubernatura. No moverán una décima de punto porcentual en la preferencia o ausencia de apoyo ciudadano en los estudios demoscópicos que son fotografías instantáneas que alimentan el ego de quienes las financian.
La guerra de intercampaña en los búnkeres de la candidata Rocío Nahle y los precandidatos Pepe Yunes y Polo Deschamps sólo son batallas de vanidades reflejadas en los medios, no en la realidad. Es la matrix donde pululan políticos, aprendices por necesidad, medios de información, periodistas, analistas; todos se mueven en esta telaraña de conveniencias, odios, rencores, alianzas y separaciones según marquen las tendencias.
Es el círculo rojo, la pequeña fauna que se alimenta de los fantasmas echados a andar por las mentes calenturientas que ven escenarios extremos, que preconizan el encarcelamiento de actuales funcionaros actuales de la cuatrote porque obstaculizan con su latrocinio rapaz el colado del segundo piso de la cuarta transformación donde caben todos, todas y todes.
Y mientras actores, actrices y analistas políticos sudan calenturas ajenas, sobre todo la especie que se fortalece cada día en este círculo cerrado respecto a una negociación a trasmano con el machuchón para que sus adversarios de discurso, oséase, de mentiritas, retornen por sus fueros en la aldea veracruzana, el pueblo anda ocupado en la sobrevivencia diaria.
En el imaginario popular no existen marchas pro democracia, ni percepción de contracampañas, campañas negras desde los cuartos de guerra donde se editan memes, se lanzan videos vergonzantes o ridículos que lo único que logran es acrecentar la innata picardía del veracruzano, dar carnita para el despapaye en las conversaciones donde el morbo político es tema recurrente.
Nada permea hacia el electorado.
Quien hizo la tarea en los recorridos de pueblo en pueblo, a quien todavía la palabra le alance para convencer a los electores, quien tenga un poco más de calidad moral que su más cercano perseguidor, ganará.
Aquí no existen fórmulas mágicas ni rituales de primer viernes de marzo.
Aquí se gana con votos, como en cualquier democracia bananera.
Aquí se gana con la construcción de una imagen política, empresa titánica en estos tiempos de desprestigio donde ser político es ocupar el sótano en las mediciones de moral que tienen y perciben los ciudadanos.
Que duerman tranquilos candidata y candidatos a la gubernatura, que no les quite el sueño una columna periodística, un análisis apocalíptico que derribe en el verbo los momios a favor, que no se desvelen por teorías descabelladas o premoniciones de infortunio.
Nunca un análisis periodístico ha desbarrancado a nadie, salvo la investigación periodística del Watergate, dirán los puristas del oficio.
Todo es parte de una coreografía.
Las palabras escritas o lanzadas al éter de las ondas hertzianas, televisivas o al insondable universo del internet, sólo son espectáculo para aguantar la tediosa espera del domingo 2 de junio.
Puro consumismo periodístico que enoja, divierte o aburre a la clase política.
No pasa nada.
… de otro costal.
El futuro nos alcanzó.
Hace un par de semanas, Andrés Manuel López Obrador dijo que, si era necesario, se llevaría agua potable de Veracruz al Valle de México como medida para paliar la crisis hídrica que tenemos encima.
Américo Villarreal, gobernador morenista de Tamaulipas, confirmó que agua del caudal del río Pánuco será entubada para dotar del líquido al vecino estado norteño.
El anuncio se dio durante su informe de Gobierno, donde especificó que la Comisión Nacional de Agua (CONAGUA) ya proyectó la construcción de un acueducto para transportar el vital líquido de Veracruz hacia Tamaulipas.
Se succionarán al menos 20 metros cúbicos por segundo de agua desde el río Pánuco hasta la presa Marte R Gómez ubicada en el norte de Tamaulipas.
Aquí en Veracruz nos enteramos por los medios de comunicación.
No hubo acuerdo previo dado a conocer a los veracruzanos.
¿Dónde quedó la autonomía?
¿En qué momento se dio este permiso?
columnacarpediem@gmail.com