OPINIÓN

Cuarta ola: el feminismo blanco

Tinta y tinte de una mujer

Créditos: Valeria Aime Tannos Díaz
Escrito en VERACRUZ el

Para empezar este artículo haré una pequeña introducción histórica de los inicios del feminismo. La primera ola del feminismo –se usa la metáfora de las olas para referirse a momentos históricos coyunturales del feminismo– se centró en EUA y Europa a mediados del siglo XIX. 

Allí surgieron los principios libertarios que impulsaron la abolición de la esclavitud. Las primeras mujeres feministas, blancas, instruidas y de clase media, exigían el derecho a la educación y los derechos del matrimonio. Esta ola dura hasta aproximadamente 1920.

La segunda ola llega en la década de 1960 y se identifica con el movimiento de liberación de la mujer. La tarea más importante de esta ola fue combatir la opresión. Se toma el control del parto en el ámbito médico y comienza la lucha por el aborto y en contra de los ataques a la integridad física. 

Lo más interesante de la segunda ola es que aquí entra la interseccionalidad y entran las mujeres de color al movimiento. En 1980 se identifican las barreras que tienen las mujeres de color y que habían sido ignoradas por el “feminismo blanco” (aquellas mujeres privilegiadas de clase media). Este concepto toma forma en 1989.

En 1990 se expresa la necesidad de una tercera ola feminista, la cual busca los derechos sexuales y la libertad sexual, involucra a las mujeres trans y entra el nuevo debate acerca de los objetivos principales del feminismo en el mundo capitalista. Surge la necesidad de hablar del acoso sexual en el trabajo y la discriminación salarial

Actualmente estamos viviendo la cuarta ola: aparecen nuevos conceptos de viejas tendencias como el #MeToo, la marea verde, comienza la emancipación de la mujer, el Body shaming y el despertar de los estereotipos de belleza. Prácticamente el fin a la cultura patriarcal. 

En lo que a mí respecta, entré en esta cuarta ola y la verdad ha sido un despertar impresionante saber lo que es ponerle fin al sistema patriarcal y a la opresión. Me llena de orgullo ser parte del movimiento en el que se alza la voz. Me enorgullece ser parte de las mujeres que queremos romper los machismos cotidianos y que salimos a marchar por la que ya no están. 

Pero estudiando cada ola y estudiando cómo avanza el movimiento todos los días, me entra un cuestionamiento respecto a esta ola y a la delgada línea entre lo que era el feminismo en su segunda ola y en lo que se está convirtiendo. La línea es tan delgada que, me parece, estamos perdiendo la esencia de lo que es. 

Últimamente he visto cómo se está desviando el feminismo a un feminismo blanco, se está dejando, nuevamente, de lado la interseccionalidad y se está dejando de tomar en cuenta las situaciones de todas las mujeres en el mundo; las mujeres que NO viven bajo nuestros privilegios, ejemplos de eso serían las mujeres de Gaza o de Ucrania

En el mundo casi 122 millones de mujeres son migrantes. En Gaza 2 madres de familia mueren cada 2 horas, en promedio. Existen 10,000 niños sin padres. Hay 1.9 millones de niñas y mujeres desplazadas, sin medicinas de ningún tipo y sin suministros para una menstruación digna. 

Estos son sólo algunos de los datos más alarmantes y a mí sí me deja reflexionando sobre la delgada línea que tiene el movimiento feminista en la actualidad, donde veo en cada marcha carteles de mujeres con imágenes de Taylor Swift junto a padres que no han encontrado a sus hijas desaparecidas

Estamos haciendo que el feminismo se apoderé de los privilegios de mujeres que luchamos desde nuestra realidad, y no está mal. Lo que sí está mal es no cuestionarse lo que pasa en nuestro alrededor, en los derechos de las mujeres trans, por mencionar otro ejemplo. 

En los padres y familiares de mujeres y, en general, de personas desaparecidas. En esas personas que van todos los días a la Fiscalía a pedir información, a pedir justicia, a no perder la esperanza. Aquellas mujeres que viven, literalmente, en una guerra y no son escuchadas como las que acudimos cada 8M a la marcha

Es necesario cuestionarse y replantearse hacia dónde va este movimiento y si nosotras estamos dispuestas a romper ese cristal que a veces no nos permite darnos cuenta de lo que se vive en todo el mundo. Pensar en las mujeres que son desplazadas de sus hogares, en las mujeres y familias que deben pedir asilo en otros países. 

El feminismo sin cuestionamiento ya no sirve, ya no es útil pensar desde nuestro cristal y desde el feminismo blanco en el que quieren monetizar con las historias más desgarradoras de mujeres que han vivido lo peor. Es momento de tomar más en cuenta lo que se esperaba de la segunda ola.

mb