COLUMNA

¿Vivir en pecado?

Tinta y tinte de una mujer

Créditos: Valeria Aime Tannos Díaz
Escrito en VERACRUZ el

En la actualidad, es bien sabido que numerosos aspectos de la sociedad han experimentado cambios significativos. Hemos presenciado una evolución en la forma en que veíamos el mundo. Pero, aún persisten ciertos temas que, a pesar de los esfuerzos de la sociedad por progresar y superar tabúes, se resisten a cambiar en la realidad.

Me refiero específicamente a vivir con tu pareja sin estar casados. Si bien es cierto que las generaciones actuales adoptan una visión más abierta sobre esta práctica y las generaciones más jóvenes ya no la juzgan, para aquellos que provienen de otros tiempos resulta difícil aceptarla.

Para estas personas es difícil comprender lo que suponen “una falta de compromiso”, y me refiero con esas palabras porque me ha tocado escuchar a algunas personas utilizarlas, sugiriendo que la decisión de vivir con una pareja sin estar casados implica una falta de responsabilidad. Se parte de la premisa de que los jóvenes evitamos el compromiso y la responsabilidad.

La verdad, me parece, que vemos las cosas con más conciencia que hace varias décadas, justo es lo contrario a no tener compromiso por algo o por alguien y tampoco es por miedo o por huir de la responsabilidad de afecto y emocional hacia la otra persona.

Lo que pasa ahora es que queremos tener la certeza de que estamos haciendo lo correcto para nuestro futuro, pero sin romper el compromiso, es sólo estar conscientes de que elegimos a la persona correcta para formar nuestra familia, y esto no significa que debemos hacerlo con cada pareja.

Este tipo de decisiones no se toman a la ligera y no se toman con cada novio o novia con quien hemos decidido estar, sabemos perfectamente que no se trata de quitarle la validez y la importancia de cohabitar con otra persona, dar ese paso no se otorga con cada pareja.

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Es más una cuestión de querer conocer a la persona antes de tomar la difícil decisión de contraer matrimonio en una iglesia (para quienes siguen esa práctica) o de formalizar legalmente el matrimonio en el registro civil. Solo son unas de las muchas consideraciones que deben tenerse antes de dar ese paso.

En lo que a mí concierne, antes de pensar en ese papeleo y en la parte legal, es importante conocer bien a la pareja que tienes a tu lado, saber sus mañas, cómo es su rutina diaria y terminar de conocer lo más oscuro de esa persona; conocer sus hábitos y lo que piensa respecto a cosas importantes como la religión o, si quiere tener hijos, por ejemplo.

Parte importante de querer tomar una decisión de la cual muchos te van a juzgar es también la parte del divorcio o de dejar a esa persona. Siendo completamente honesta es mucho más fácil la separación que irte a parar a los juzgados a tramitar un divorcio, o contratar a un abogado especializado para anular un matrimonio religioso.

Y no es que crea firmemente en el divorcio, pues sí creo que cuando ya no eres feliz con una persona lo mejor es alejarse antes de causar mucho más dolor al estar juntos sin querer estarlo, y por supuesto que queremos que las cosas salgan de lo mejor, y si no es así, también queremos que la separación sea mucho más fácil.

Creo que a nadie le gusta complicarse la vida cuando se trata de buscar lo que te hace feliz o quien te hace feliz y esa parte tampoco es falta de compromiso. Dentro de cualquier relación existe la responsabilidad, a diferentes escalas y niveles, y quiero creer que el compromiso de vivir con tu pareja es, para todos, igual de grande que el de cualquier pareja casada.

Eres responsable de la afectividad que das y de la certeza que le das a la otra persona de que ahí estarás y que estás dispuesto a luchar también por la relación, a aportar lo que te toca, de igual modo a tener el asertividad de resolver cualquier problema o situación que salga dentro de la relación.

Entiendo también el tabú que tienen las personas mayores porque crecieron de una manera un poco más cuadrada que los que estamos hoy tomando la batuta de nuestras vidas, pero no entiendo a las personas más jóvenes que juzgan esas decisiones, empezando porque ninguna relación es como la otra, cada persona forma la relación que mejor le convenga y con la que mejor se acomode.

En lo que sí puedo estar segura es que no hay que perder aquellos valores que nos enseñaron nuestros padres o nuestros abuelos, las relaciones funcionan mucho mejor cuando hay respeto, fidelidad, asertividad, compromiso, por supuesto amor y mucha voluntad.

Voluntad de querer arreglar las cosas y una tremenda honestidad para cuando algo ya no funcione entre ambos, me parece que es de las cosas más complicadas en una relación.

Estamos ya en el 2024 y me parece que una de las mejores maneras de querer mejorar es justamente dejando de juzgar relaciones que no son nuestras y dejar de pensar que se vive “en pecado” cuando una pareja decide tomar una decisión tan importante.