Recientemente, volví a ver la serie de “las cosas por limpiar” y aunque ya la había visto hace un tiempo, verla de nuevo me hizo tener una perspectiva diferente de la primera vez que la vi. Me centré en ver otros detalles a los que no les había prestado tanta atención y entendí otras actitudes que no lograba comprender. Sigo pensando que es de las mejores series que he visto en muchísimo tiempo.
Una de las cosas que ahora comprendí es la violencia generacional. Esta vez más allá de concentrarme en la protagonista lo hice en su madre y en cómo ve la vida ella después de estar constantemente sometida a abusos y a hombres que se encargan de seguirla abusando de cualquier manera. Recibe abusos económicos, recibió abusos físicos y al final prácticamente la explotan para trabajar.
La actitud de la madre llamó tanto mi atención que me puse a investigar un poco más sobre esa violencia que cargamos, a veces, desde nuestras bisabuelas y que, aunque nosotras podríamos estar no recibiéndola, no quita el hecho de que ahí está y de que es una clase de herencia que podría hacernos caer en ello sin siquiera darnos cuenta.
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Tras una búsqueda formal acerca del tema me encontré con poca pero muy interesante información. Existen dos conceptos para tratar de denominar esta acción; por un lado, existe la teoría generacional, que es la violencia en la familia (que va de diferentes niveles) que se traspasa de una generación a otra, pero esta teoría se refiere a la víctima.
La segunda teoría es la del concepto de violencia intergeneracional y, curiosamente, es un estudio llevado a cabo en Chile. Esta teoría se explica como: “una transmisión intergeneracional, que implica haber estado expuesto a situaciones de violencia en la niñez, aumentando las posibilidades de convertirse en perpetradores de violencia en relaciones de pareja”.
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Ambas teorías se refieren a lo mismo, aunque una se dirige más a la víctima y la otra al agresor. Para concluir de forma más breve y sencilla entendamos esa clase de violencia como la que vemos desde pequeños y la perpetuamos en nuestra adultez y, regresando al tema de la serie, es lo mismo que pasa entre la madre y la protagonista, aunque las situaciones cambian al final.
Pero en esta relación madre e hija y la herencia de la violencia, entra la persona que violenta a la protagonista, un hombre violentador que en su niñez vio y sufrió violencia doméstica; en varias escenas vemos y escuchamos que él está intentando cambiar, ya que se dio cuenta que de niño su madre lo maltrataba y lo hizo vivir experiencias traumáticas que ahora él está replicando.
Y aunque no se habla de ese tema en concreto, yo sí me pegunto si acaso su madre habrá recibido violencia por parte de sus parejas o por parte de sus padres. Pero esto se resume en un círculo, la parte violenta de una persona se desata por sus antecedentes, es de suponer que si la madre era violentadora lo más seguro es que ella haya recibido violencia y sus padres (madre o padre) también la hayan recibido.
Si nos sentamos a hablar con nuestras abuelas o con nuestras madres, muchas de ellas tendrán historias que contar respecto al tema, aunque ellas podrían no verlo como violencia, nosotras, que ya estamos en otra época podemos notar que también la vivieron y no necesariamente se podría tratar de golpes o amenazas, de hecho, la más frecuente entre los matrimonios de antes era la violencia económica.
Esa violencia que trata de esconderse, pero que si le rascamos un poco vamos a encontrar una serie de pequeños actos y actitudes que nos harán darnos cuenta de que justamente se trata de eso. El hecho de que los hombres manejen las finanzas y las mujeres tengan que pedirles dinero hasta para comprar lo de la comida es violencia.
O en el caso de que a la mujer se le hubiera permitido trabajar (muy poco común en matrimonios antiguos) y que toda la ganancia se la tuviera que dar a su marido bajo la lógica de que él administra. El hecho de que una mujer tenga que darle lo que gana y después (con miedo) pedírselo, también es violencia. Controlar amistades y salidas también era muy común entre nuestras abuelas.
En la vida real, como en la serie, vemos eso en muchas familias, pero también vemos cómo ese círculo vicioso llega a romperse. La protagonista de “las cosas por limpiar” lo nota y decide hacer un cambio en su vida por su hija. Nos damos cuenta, como espectadores, que no es fácil hacerlo al primer intento, incluso vemos que a las mujeres del refugio de la serie puede tomarles hasta 7 intentos.
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Tampoco se trata de juzgar a las que tardan más en irse. Creo que el paso más importante es darse cuenta y notar esas actitudes hereditarias de violencia para poder romper el esquema familiar que hemos visto con las mujeres que nos anteceden en la familia. Creo también que darse cuenta de las cosas es uno de los pasos más complicados porque viene a romper toda estructura familiar.
Pero estoy completamente segura de que nuestras abuelas y bisabuelas estarían más que orgullosas de ver que nosotras no vamos a seguir ese patrón y que las cosas socialmente han cambiado, y entonces iniciamos un nuevo círculo en el que nuestros hijos no sean violentadores y al mismo tiempo no permitan que esa violencia llegue a sus hogares.
Justo como lo era para Angela Davis: “No estoy aceptando las cosas que no puedo cambiar, estoy cambiando las cosas que no puedo aceptar”
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