En días pasados, fuimos testigos a través de las redes sociales y los medios de comunicación de la manera tan brutal e insensible en la que dos adolescentes estudiantes se enfrentaron a golpes afuera de la Escuela Secundaria 518, anexa a la Normal de Teotihuacán en el Estado de México, y por lo cual una de ellas perdió la vida días después, debido a las lesiones causadas por los golpes.
Al día de hoy, una familia clama justicia para Norma Lizbeth, la estudiante de 14 años que fue salvajemente golpeada por Azahara “N”, quien ahora sigue un proceso legal, debido a ser la presunta responsable de haberle provocado la muerte a su compañera en una riña que tiene como antecedente varias señales y llamadas de auxilio de acoso escolar. Así es, en repetidas ocasiones Norma Lizbeth ya había reportado ante las autoridades educativas de su institución el constante bullying que padecía; llamado que nunca fue atendido.
En este tema, hay muchos aspectos que señalar, y aunque es bien sabido que nada le devolverá la vida a la estudiante asesinada, ni tampoco su hija a los padres que hoy le guardan duelo, es importante detenernos un poco y pensar ¿Qué estamos haciendo mal como sociedad?, ¿Qué es lo que está pasando con los adolescentes actualmente?, ¿Dónde queda la sensibilidad humana y el respeto por la integridad y vida de los demás?, ¿Cuál es la influencia de las redes sociales en este tema?
En imágenes que circulan precisamente a través de las redes podemos ver la crueldad con la que se dieron los hechos y en la que una mujer es asesinada por otra mujer, por lo que también podemos darnos cuenta que la violencia entonces no es un tema de género. En dichas imágenes, vemos la violencia, por un lado, y la insensibilidad, por el otro.
En este sentido, y ante tantos testigos que presenciaron los hechos, amigos, amigas y vecinos, ¿Por qué en lugar de grabar en un celular nadie brindó auxilio a Norma Lizbeth? ¿Por qué no detuvieron la brutal golpiza propinada por Azahara “N”, cuando con una piedra en la mano y golpe tras golpe, le provocaba las lesiones que días después la llevarían a la muerte a causa de un traumatismo craneoencefálico, según los reportes periciales?
Así mismo, es necesario cuestionarse sobre la formación en casa de nuestros niños, niñas y adolescentes. ¿Hasta dónde los hemos acompañado y dejado crecer por su lado, como para no darnos cuenta de su actuar, hasta llegar a provocarle la muerte a una o uno de sus compañeros o compañeras?, ¿Por qué no los hemos escuchado mientras nos piden ayuda ante el acoso del que son víctimas a diario en sus escuelas?
Por parte de las autoridades educativas del plantel, ¿Por qué nunca hicieron caso al llamado de Norma Lizbeth?, ¿Acaso los profesores en el aula fueron lo suficientemente ciegos como para no darse cuenta de este tipo de situaciones?, ¿Tan excesivo es es el trabajo burocrático y escolar como para no atender a nuestros estudiantes cuando requieren este tipo de apoyo?
Mientras tanto, y no es para menos, la directora de la institución ya fue separada de su cargo, por la omisión y responsabilidad en este caso.
Desde esta columna, y esperando que llegue a este tipo de lectores, hago un llamado de manera respetuosa a los adolescentes a centrarse más en sus estudios que en el ocio y el peligro ante las redes sociales, a respetar la vida de sus compañeros y a llevar una convivencia sana al interior de sus planteles. ¡Ustedes son el futuro de nuestro país y lo más valioso que tenemos en nuestros hogares!
En cada casa, hay un padre, madre, hermano o hermana que espera a uno o una de ustedes, no interrumpamos esa felicidad. Al día de hoy, no hay motivo que excuse a Azahara “N” y a sus padres; ni tampoco a Norma Lizbeth nada le regresará la vida y a sus padres y hermanos, la felicidad.
Descanse en paz. Justicia para Norma Lizbeth. Ni una menos, ni una más.
Es cuanto.