XALAPA, VER.- En la sala número 2 del velatorio del DIF Municipal de Xalapa, fue recibido el cuerpo de Alfonso Torres, un hombre de 102 años que fue abandonado por su familia y que pasó sus momentos solo con su perro Rocky. En el lugar no había flores, solo cuatro cirios alrededor de un humilde ataúd y unas veladoras dispuestas en forma de cruz, además de algunos vecinos del finado.
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En el velorio también lo acompañaban activistas que cuidaban de Rocky, el perrito que fue su leal compañero y que estuvo presente en el velatorio, como en los últimos años de su vida. Don Alfonso adoptó como hogar un espacio en los sanitarios de la cancha “El Adoquin Park", en la colonia Rafael Lucio de Xalapa. Su historia se hizo viral en redes sociales la semana pasada, cuando se dio a conocer la situación en que vivía, pues no tenía familiares y una enfermedad lo mantenía en cama, dependiendo de la caridad de las personas que vivían cerca del complejo deportivo.
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El suceso conmovío a los xalapeños, no solamente por el estado de abandono en que vivió el adulto mayor, sino porque su único compañero era Rocky, un canino de 14 años aproximadamente, que lo acompañaba en todo momento. Don Alfonso y Rocky se cuidaban el uno al otro.
No se sabe cómo es que llegó el perrito a la vida del hombre, pero los vecinos dan cuenta del profundo amor que el humano le profesaba al animal. Incluso, comentan que Don Alfonso se negó a acudir a un hospital para tratar su enfermedad, porque no estaba dispuesto a abandonar a su compañero.
Alfonso Torres murió este viernes en el Centro de Especialidades (CAE), y fue trasladado al velatorio del DIF Municipal para poder recibir los servicios funerales correspondientes. Rocky se mantuvo en todo momento al lado del ataúd de su amo, su cansancio denota su avanzada edad. Le cuesta trabajo caminar y se mantiene echado en el piso, es un perro dócil con una mirada bondadosa pero triste.
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A las 12:15 horas de este sábado, el personal de la funeraria levantó el ataúd del catafalco para ponerlo en el piso, un mujer acerca a Rocky al cristal donde se puede ver el rostro del finado, el perrito se asoma a paso lento, otra persona lo acaricia con delicadeza mientras habla con la voz entrecortada:
"Aquí está Rocky, te viene a dar el último adiós, pronto se encontrarán en el cielo. Vete en paz, lo vamos a cuidar muy bien".
Después de la despedida de su fiel compañero, el difunto es subido a la carroza para ser llevado al Crematorio del Ángel. Rocky se mantiene afuera de la sala mientras es acariciado por los presentes, pronto será llevado a una casa de resguardo, en espera de ser adoptado por alguna familia xalapeña.
vtr