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Migrantes no desisten a pesar del Titulo 8; veracruzanos se solidarizan

Los extranjeros siguen llegando al refugio para migrantes, donde instalan campamentos en sus entradas Don José les instaló una serie de contactos a un costado de la casa del migrante de Coatzacoalcos para que recarguen sus celulares

Migrantes no desisten a pesar del Titulo 8; veracruzanos se solidarizan.Créditos: LSR Veracruz
Escrito en VERACRUZ el

COATZACOALCOS, VER. – A pesar de que el gobierno de Estados Unidos anunció la implementación de las leyes migratorias conocidas como Título 8, que permiten arrestar, procesar y deportar de manera acelerada a personas indocumentadas hacia sus países de origen o hacia la frontera con México, los migrantes no desisten del sueño americano y siguen llegando a los refugios del sur de Veracruz.

Sarahí y Ramiro son hondureños, quienes después de tres semanas de abandonar a su país, aseguran que no regresarán pues tienen familia a la que brindar un mejor futuro, por lo que aseguran que vale la pena arriesgar su libertad. Huyen de la pobreza, la marginación y la inseguridad.

“No está bien porque nosotros vamos por una vida mejor para ayuda a nuestra familia en Honduras y no está bien, sí vale la pena porque nosotros vivimos en pobreza en Honduras”, señala Ramiro.

Algunos migrantes instalaron campamentos debajo del puente de la avenida 1 de Coatzacoalcos, justo donde atraviesan las vías del tren, para abordarlo después de un descanso. Lo hacen así pues todos los refugios están llenos y solo abren para brindarles alimentos en determinados horarios.

“Y se va a agudizar más, según me están comentando, el gobierno no va a cambiar, el gobierno va a estar más duro cada vez, engañan al pueblo y siguen gobernando tiránicamente”, afirma Guillermo Garduza, representante de la casa del migrante Santa Faustina Kowalska con sede en Coatzacoalcos.

Honduras, Venezuela, Nicaragua, Haití y El Salvador son los países de donde más migrantes llegan a Veracruz
Después de cuatro días de viaje y sin poder comunicarse con su familia, Aníbal Amador, originario de Honduras, por fin logró entablar una plática con su esposa y sus dos hijas al llegar a Coatzacoalcos, Veracruz. Gracias a José, quien instaló conectores afuera de su casa, migrantes pueden "revivir" sus teléfonos y volver a comunicarse con sus familias.

“Es una buena iniciativa para nosotros los migrantes y nos ayuda, porque aquí normalmente cobran diez pesos mexicanos y no te dejan cargar bien el celular, por eso esto está bien de gratis, yo vengo de Honduras y tenía cuatro días con el celular apagado, y desde ayer ya me pude comunicar con mi familia”, expresa.

En total son doce contactos dobles para que un total de 24 personas puedan recargar su celular al mismo tiempo; la zona está bien aterrizada y sobre una madera ajustada para evitar algún cortocircuito.

Por temas de seguridad, José que habita a un costado de la Casa del Migrante de Coatzacoalcos, en los bajos del puente del Avenida 1, no concedió una entrevista, pero señaló desde su puerta, que lo hace con el único fin de que más personas se solidaricen con los migrantes.

Migrantes siguen llegando al sur de Veracruz

Junto a Aníbal se encuentra Jesús, también de Honduras, un joven de 20 años que lleva más de dos semanas fuera de su país. La pobreza e inseguridad lo motivaron a dejar a sus padres y emprender el viaje a la frontera de México con Norteamérica, en busca de una mejor forma de vida.

“Venimos sin dinero y uno busca la forma de cargar el teléfono para comunicarse con la familia, porque así saben que uno va bien en el camino, diez días tenía mi teléfono apagado cuando veníamos en el camino para arriba pero ahí vamos a la voluntad de Dios, más que nada confiando en Dios”, señala Jesús.

Pocos de los migrantes entienden cómo funciona el Titulo 8, pero expresan que, sin importar la Ley, los estadounidenses siempre han hecho todo lo posible para impedirles que entren al país, aun cuando se ha convertido en el sector que aporta la mayor cantidad de mano de obra local, y sobre todo en trabajos pesados con largas jornadas.

La casa del migrante de esta ciudad que es atendida por la iglesia católica, y que se ha convertido en el refugio más grande del sur de Veracruz, luce completamente llena de extranjeros procedentes de Honduras, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Venezuela, entre otros países de Sudamérica y Centroamérica.

En este sector atraviesan las vías del tren, por lo que descansan un rato antes de abordar a la bestia, algunos acampan debajo del puente y otros en la entrada del refugio, donde sobresale la atención de la organización Médicos Sin Frontera.

Con comida, ropa, algunas familias o miembros de iglesias porteñas, se solidarizan con los migrantes, que por menos de una semana permanecen descansando y tomando fuerzas para continuar con su viaje. Don José es uno de ellos, y asegura que mientras pueda seguirá dejándolos cargar su teléfono, aunque ello implique pagar un poco más en el recibo de energía eléctrica.

 “Gracias a Dios hay gente buena en el camino, de buen corazón que nos apoya de una u otra manera”, finaliza Daniel, otro de los migrantes de El Salvador