PAPANTLA, VER. - José Luis lleva 20 años laborando en el panteón de la Santísima Trinidad de Papantla, se encuentra adherido al sindicato de trabajadores del cementerio con el respaldo de la CTM y con tristeza observa que este jueves 2 de noviembre, se ha repetido la tendencia de los últimos años, en los que cada vez son menos las personas que visitan a sus muertos.
"Nos enseñaron desde chiquitos que estos días son de guardar, que hay que tener respeto por los que ya no están con nosotros y vienen a visitarnos, pero esa enseñanza y respeto parece se ha dejado de inculcar, ya las nuevas generaciones no tienen esa ideología, por eso cada vez hay menos gente", señala el entrevistado.
Mientras realiza labores de aspersión de líquido para impedir la propagación de hierba, José Luis mira de momento a momento el pasillo central del panteón al tiempo que recuerda, que hasta hace unos diez años, no se podía ni caminar por la gran cantidad de personas que llegaban a visitar las tumbas de sus seres queridos.
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"Venían en familia, aquí pasaban la tarde, se traían los tamales, el mole o chocolate y aquí estaban, incluso mucho más antes, hace unos 30 años que yo todavía vivía con mis padres, me tocó ver personas que pasaban aquí la noche del día primero para recibir en los primeros minutos a las almas de quienes han partido, ahora eso ya no se ve", lamenta el trabajador.
Explica con cierto recelo que el cementerio sólo tiene vida en fechas especiales, como el de la madre, el día del niño, el día del padre, todos santos, navidad y año nuevo, posterior a eso, las visitas son muy pocas y eso se refleja claramente en el gran número de tumbas que se encuentran abandonadas.
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"Aquí no faltaba el trabajo, todos los días había mucha gente que pedía una pintada, una chapeada, una obra de hacer una capilla, cualquier trabajo del que hacemos, antes éramos 25 trabajadores y dábamos abasto, hoy somos 8 y nos andamos pelando la chamba a pesar de que cada vez hay más muertitos", explica.
José Luis atribuye esta falta de asistencia de personas a los cambios en la sociedad, en la pérdida de valores y la falta de interés de las nuevas generaciones por las tradiciones. "Es triste porque esta era una de nuestras tradiciones más bonitas, pero pues como todo, cambia con el tiempo y que feo que en el caso de esta tradición, ahora sea más importante disfrazarse que realmente rendir honor a los fieles difuntos", finaliza.
mb