Veracruz, Ver. - "Arroje la moneda al mar jefe", grita Erick tratando de convencer a los pocos turistas que se encuentran dando un paseo en la Macro Plaza del Malecón. Son las 10 de la mañana y el grito de los sacamonedas ya se escucha a lo largo de la plaza.
En la orilla justo donde termina la losa de concreto y empieza el mar está Erick, convenciendo a los únicos turistas que se atrevieron a salir del confinamiento a que le arrojen una moneda para que posteriormente él la busque entre el mar.
Uno de ellos le arroja una de diez pesos, Erick con la agilidad que le dan sus 19 años de vida se arroja con un clavado preciso hacia el fondo del mar y como si tuviera un detector de metal saca la moneda, causando la sorpresa de las personas.
Este “espectáculo” lo hace más de 20 veces al día, como la mayoría de sus compañeros empezó en el oficio desde muy chico, a los 14 años, motivado por la necesidad y un poco por la diversión, afirmó el entrevistado.
Ya son cinco años que lleva practicando esta tradición veracruzana, su piel quemada por el sol reafirma las horas que pasa en este lugar, desde la nueve de la mañana hasta las seis de la tarde, no cuenta con otro oficio y comenta que no se ve en ningún otro.
PANDEMIA REDUJO INGRESOS A SACAMONEDAS
Pese a que la pandemia por el covid-19 redujo la afluencia de turistas y con esto vino un duro golpe para los vendedores ambulantes, restaurantes y de más negocios que viven del sector turístico, los sacamonedas también corrieron con la misma suerte.
“Ahorita llevo dos días malos, ayer y antier no sacamos nada, la vez pasada estuvimos dos semanas sin sacar nada, por lo de la contingencia”, dijo Erick.
En temporadas buenas llegaba a obtener 500 pesos por una jornada de nueve horas, pero en tiempos del covid ya no logra sacar ni siquiera la mitad de lo que estaba acostumbrado.
A pesar de su corta edad ya tienen una familia que mantener y que depende de esto y es por eso que sigue con el trabajo.
ARRIESGAN SU VIDA POR 10 PESOS
Al él no le preocupa el coronavirus, pues sabe que todos los días arriesga su vida practicando este oficio, ya que no están exentos del peligro que asecha en las profundidades del mar.
Un mal clavado puede costarle la vida, desde caer en un lugar equivocado donde hay piedras, la picadura de un erizo, al igual que se expone a enfermedades por la contaminación de aguas negras y la gasolina que desprenden los barcos del muelle el cual está justo frente a su lugar de trabajo.
Pero pese a eso Erick afirma nunca haber contraído ninguna enfermedad o padecimiento más que los comunes.
En 2014, un informe de las Situación del Medio Ambiente de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), detectó que las entidades que generaron los mayores caudales de aguas residuales municipales fueron el estado de México, Distrito Federal, Jalisco, Veracruz y Nuevo León.
ygr