Las noches y madrugadas en la esquina del bulevar Adolfo Ruíz Cortines y la calle 7 en la ciudad de Boca del Río, no son las mismas sin el pequeño puesto de hot dogs de “El Sordo”, propiedad de Humberto Quirino.
Durante 20 años ha vendido en aquel lugar, casi a la par del tiempo que perdió por completo el sentido del oído.
“El Sordo”, como la mayoría de sus clientes lo conocen, es uno de los pocos negocios que persisten ante la falta de clientes que el covid dejó, además del cierre de escuelas, antros y bares, cuyas personas todos los días y noches degustaban este platillo callejero.
El hombre de ojeras pronunciadas que reafirman las noches que ha pasado en vela trabajando, hace 19 años fue perdiendo paulatinamente la audición, hasta quedar por completo sin aquel sentido, pese a eso se ingenió la manera de seguir atendiendo a sus clientes.
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“Casi la mayoría sabe que yo estoy mal de mis oídos, ya no más llegan y me dicen uno, dos, me dicen cinco y ya les digo cuando voy a preparar, pues yo les nombro lo que yo les pongo y están felices conmigo, porque yo les preparo los hot dogs como a ellos les gusta”, explicó Humberto.
La mayoría de ellos utiliza hoja y pluma para poder comunicarse con Humberto, otros más por medio del celular le escriben y él va leyendo lo que sus clientes le piden, es así como logra todos los días vencer esa barrera que su discapacidad le puso.
Mencionó que, cuando recién le fue diagnosticado su padecimiento, resultó difícil interactuar con las personas, desde ir al supermercado a comprar su mercancía, hasta poder entender a sus clientes, pero conforme el tiempo pasó ellos se fueron a acostumbrando a la manera tan peculiar en la que los atiende.
Fue estafado por brujos, le prometieron curarlo
Pese a que consultó varias opiniones de especialistas para poder recuperar la audición y aunque estuvo utilizando por muchos años un auxiliar, el problema se fue complicando cada vez más, hasta que muchos doctores desahuciaron su caso.
Tomó la decisión de ir con curanderos que le prometían regresarle su audición.
Visitó a tres de estas personas, pero ninguna logró ayudarlo, solo le quitaron el poco dinero que con esfuerzo lograba sacar de su puesto de hot dogs.
“Me fui al Mercado Hidalgo con una señora curandera, pero fueron muy caras sus curaciones, (…), yo tenía que tener un promedio de 6 mil pesos semanales y todo salió de mi negocio, estuve seis meses con esa señora y nada”, dijo.
Resignado a que nadie lo podía ayudar prefirió quedarse así, hasta hace apenas dos años que volvió a recurrir a una tercera opinión, este especialista le comentó que necesita una operación para que pueda recuperar el oído.
El valor de esta asciende a los 400 mil pesos, siendo una cantidad imposible de poder costear con los pocos ingresos que saca de su puesto.
Con lágrimas en los ojos Humberto dijo que ya perdió todas las esperanzas de volver a escuchar.
Debido a esta discapacidad muchas personas se aprovechan para robarle, aseveró que ya van varias veces que algunos clientes se van sin pagar y que en ocasiones hasta le robaron por quedarse dormido.
Covid bajo las ventas
Pese a todos los obstáculos procura no faltar a su trabajo que inicia desde entrada la noche y en ocasiones se prolonga hasta medio día, ya que es su única fuente de ingresos.
En estos últimos meses la pandemia del covid-19 lo puso a descansar 15 días.
“Todo el mes de abril y de mayo toda la noche estaba vacío, a mí el Ayuntamiento me suspendió”, aseguró.
Por causa de la suspensión de actividades y por la falta de clientes, perdió toda su mercancía, por lo que no logró sacar nada de ganancia, sumado a esto tenia que pagar la renta del lugar donde guarda sus carros.
A causa de eso y de la necesidad decidió volver a trabajar, aunque sus ventas se vieron mermadas casi 90 por ciento, ya que antes de la pandemia lograba vender más de 300 hot dogs con estudiantes de la zona universitarias y clientes que salían por las madrugadas de los bares y centros nocturnos.
Después de la entrada del covid difícilmente pasaba de las 20 piezas.
Pero asegura que es mejor que quedarse en casa, además de que sus clientes frecuentes ya anhelaban su regreso, lentamente y conforme los meses avanzan sus ventas se van recuperando, es por eso que procura estar todos los días de 10 de la noche a 11 de la mañana, aunque no logre dormir casi nada, aseguró.
A sus 60 años el hombre bajito de tes morena dice vivir solo con su madre, ya que no tiene esposa ni hijos, además que asegura no contar con ninguna otra ayuda aparte de su negocio.
El peso de los años ya le está cobrando factura, una de ellas es su vista, no logra ver bien las letras pequeñas, también padece de una hernia, por lo que tiene que ir al médico constantemente, ayudado por algunos amigos es como logra salir delante.
Con todo lo que le tocó vivir don Humberto sigue mostrando su mejor sonrisa a sus clientes, siempre trata de atenderlos de la mejor forma.
ygr