VERACRUZ, VER.- “El cliente imagina y nosotros creamos lo que él quiera”, dice Víctor Espinosa al interior de su local Monumentos “El Pelón”, ubicado en el Panteón Jardín, al poniente de la ciudad de Veracruz, donde se encuentran más de una docena de vendedores de flores y lápidas para tumbas.
Afuera hay varias esculturas de mármol, floreros, cruces de madera y lápidas que él hizo y que esperan la llegada de los clientes, quienes de vez en cuando pasan a preguntar los precios. Aunque esta temporada de octubre no ha pintado bien en cuanto a ventas, Víctor espera que para finales del mes pueda recuperarse.
“Hacemos desde una cruz hasta un monumento completo. También hacemos esculturas como palomas, vírgenes. Todo eso lo fabricamos en moldes y los vendemos, al igual que los jarrones y muchas cosas más que antes no se podía, ahora es como levantarse en las mañanas y caminar”, agrega.
Víctor afirma que cada monumento que realiza es único, porque va de acuerdo a lo que el cliente pida y como lo quiera. Hay clientes que piden que se realice su lápida con mármol, de granito o las más solicitadas, por su precio accesible, son las de azulejo.
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Se arriesgó a emprender su negocio
En el 2018 el hombre de 34 años de edad decidió emprender su negocio de monumentos. Desde los 7 años vivió cerca del Panteón Jardín y de los vendedores del lugar, siempre desempeñó otros oficios. El último fue en los trabajos de plataformas como pintor.
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Debido a que su antiguo trabajo consistía en irse a otros estados y estar lejos de su familia, se arriesgó a colocar un negocio, a pesar de tener varias opciones para emprender, decidió aprender el oficio de elaborar monumentos y lápidas para tumbas.
“Desde que era pequeño siempre vi el oficio y pues me nació emprender a ver qué tal me iba y la verdad me fue bien y aquí estamos estacionados. De todos los maestros, que hay muchos por aquí, en el momento en el que tú quieres aprender, lamentablemente muchas puertas se te cierran, nadie te quiere enseñar”, dice.
El primer obstáculo que tuvo Víctor fue encontrar a alguien que le quisiera enseñar el oficio, porque es el primero en su familia que se dedica a este trabajo. Primero comenzó por comprar las piezas a los maestros que ya tenían sus talleres establecidos.
Posteriormente, su amigo David Conde le dio la oportunidad de ir a su taller para ver cómo se realizaban las piezas. Víctor recuerda que primero observaba como su colega realizaba los monumentos, después compró su propio material y comenzó a realizarlos a base de prueba y error.
“Empecé a fabricar las piezas. Al inicio como cualquier principiante, no salían muy bien y pesaban demasiado y la práctica hace al maestro. Ahora trabajamos con cualquier material, mármol, granito, azulejo, porcelanato”.
Le tomó 7 meses aprender el oficio y dominar las técnicas para elaborar diferentes piezas, aunque señala que la mayoría se hace con moldes, también debe de haber un correcto manejo de la mezcla con la que se va a preparar y que no pesen mucho, ya que luego no pueden ser trasladadas fácilmente o pueden llegar a partirse.
Familiares buscan adornar las tumbas de sus muertos
Para Víctor no hay una fecha exacta donde aumenten las ventas. A veces antes del Día de Muertos los familiares buscan adornar las tumbas de sus seres queridos y en algunas temporadas prefieren hacerlo después o, cuando hay más suerte, en todo el año su servicio es requerido.
Algunos clientes buscan este tipo de trabajo como una manera de honrar a su difunto, aunque ya no lo pueda ver, asegura Víctor.
“Nos toca ver casos que vienen personas llorando, que vienen como si nada y otras porque ya tenían planeado venir. Cuando hay que hacerle la foto a un pequeño y ver a la familia que viene bastante dañada, la verdad sí se siente muy feo. A veces hasta te contagia el sentimiento”.
El artículo “Tumbas y cementerios en el siglo XIX mexicano” del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), indica que el auge de los monumentos en cementerios comenzó en el siglo 19, cuando los empresarios comenzaron a ver estos lugares como una manera de invertir y hacerlos privados en México.
“Más que un espacio para el depósito de cadáveres, sujeto a prescripciones de orden sanitario, el sepulcro empezaba a concebirse como un espacio destinado al resguardo y veneración de los restos de las nuevas estirpes familiares”, dice el artículo.
A partir de ese siglo los panteones cambiaron su aspecto lúgubre para pasar a ser espacios amplios, con sepulcros subterráneos adornados con artísticos monumentos, vegetación abundante y un lugar de veneración para que las personas depositaran los restos de sus seres queridos.
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Con estos cambios también nació el oficio de hacer monumentos y que dan trabajo a cientos de personas como Víctor.
Un esfuerzo que rindió frutos
Durante los 7 meses que tardó en aprender a realizar cada monumento, no generó ningún ingreso, además pagaba la renta del local donde ahora está, comida y los gastos de su familia. Aunado a eso requirió una inversión de 30 mil pesos para comprar todo el material y la herramienta que utiliza.
Todos esos meses los sobrellevó alternando su antiguo trabajo con este oficio, hasta que después el local poco a poco comenzó a despegar y a generar sus propios ingresos, por lo que después decidió salirse para dedicarse de lleno a su nuevo empleo.
“El 99 por ciento de la gente que empieza un nuevo proyecto deserta por estas complicaciones y lo que yo tengo en cuenta es que si estás piqué y piqué un negocio y luego otro y cuando te das cuenta ya tienes 40, 50 años y no hiciste nada, pero sí tú te enfocas a algo que te apasione, pues ganas más”.
A cinco años de haber abierto su local brinda trabajo a otras personas. Víctor afirma que cada empleo es eventual y que se genera bajo oferta y demanda. Si hay muchos pedidos contrata en promedio de 3 a 4 personas. Además de los empleos indirectos como las personas que hacen los fletes y que mueven las lápidas a los cementerios, los que cortan el mármol y los cargadores.
Cada monumento que realiza lleva un proceso de elaboración distinto de acuerdo con el material que el cliente requiera y la complejidad. Los más fáciles de hacer y más solicitados son los de azulejos, tardan una semana para que terminen.
“Uno de los monumentos más laboriosos que puede haber es el de dos torres y el de chimenea, pero de ahí todos son más sencillos de hacer. Esos tardan un proceso de 15 y 18 días para fabricar”, cuenta.
El costo también va a depender del material y la complejidad que el cliente quiera. En Monumentos “El Pelón” hay piezas de $5,400 pesos hasta los más caros 45,000 pesos, aunque los artículos más baratos son las placas para lápidas, que cuestan desde $700 pesos. El negocio se encuentra abierto de 8:00 de la mañana a 6:00 de la tarde todos los días y al número 229 983 8815.
mb