MUERTE DE CRISTINA PACHECO

Adiós a Cristina Pacheco: la periodista que nunca dejó que el mundo la doblegara

Durante 45 años, la cronista y escritora Cristina Pacheco salió a la calle para platicar con la gente a través de su programa "Aquí nos tocó vivir" y conocer sus sueños y problemas más cotidianos. Pacheco murió este 21 de diciembre

Cristina Pacheco murió a los 82 años
Cristina Pacheco.Cristina Pacheco murió a los 82 añosCréditos: Cortesía Canal Once
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“Son las 12 del día en Santa Úrsula, Coapa. Una mujer atraviesa la calle rumbo a la compra de las tortillas se llama María Leorigilda Ortiz Martínez. Tiene 34 años y una sonrisa fabulosa”.  Con esta frase comienza Cristina Pacheco su recorrido por una colonia marginal de la entonces poco habitada zona sur de la ciudad de México. Es 1981.

La frase demuestra el talento que Cristina Pacheco cultivó con la crónica periodística, lo mismo en televisión que en periódicos. En Canal Once, es labor la comenzó en 1978, cuando decidió salir a la calle con ayuda de un camarógrafo para “platicar con la gente”. Así de sencillo y de innovador fue el comienzo deAquí nos tocó vivir”, programa que hizo historia en la televisión mexicana.

“Una de las experiencias más bellas en mi vida es el aprendizaje; uno aprende muchísimo de las personas. Además, un periodista se hace con los ojos y con los oídos; si uno no sabe escuchar está perdido, no tiene nada qué hacer en este oficio”, dijo Cristina Pacheco en una entrevista para la revista Etcétera.

Cristina Pacheco murió hoy 21 de diciembre a los 82 años, víctima de cáncer. Hace apenas un mes había anunciado el final, tras 45 años ininterrumpidos, de sus programas en Canal Once: “Conversando con Cristina Pacheco” y “Aquí nos tocó vivir”.

El día que mató a Juan Ángel Real

La historia de cómo la literatura cambió su vida está ligada a esa generación de escritores a la que pertenecieron Juan Rulfo, Carlos Fuentes y José Emilio Pacheco. Cristina fue su secretaria que transcribía los manuscritos de ellos.

Sus primeros textos, solía contar ella misma, los firmaba con un seudónimo masculino: Juan Ángel Real. La calidad de aquellas publicaciones (en realidad cuentos breves en los que se mezclaba la crónica y la literatura) llamaron la atención de Luis Buñuel, quien quiso adaptar al cine uno de ellos.

Cristina le contó a todo al que quiso escucharla la curiosa historia de su encuentro con Buñuel: cuando el cineasta se dio cuenta de que Juan Ángel era mujer, rechazó el proyecto.

Esa fue la época en que cambió su vida: en unos cuantos años, se unió con el escritor José Emilio Pacheco (1961), tomó su apellido y comenzó a publicar sin seudónimo. Su nombre fue Cristina Romo Hernández, aunque tomó el apellido de su esposo, José Emilio Pacheco.

Cuando José Emilio se enteró del fiasco con Buñuel, le dio el mejor de los consejos posible entre escritores.

“Con éxito o no, con premios o no, si esto es lo que te gusta hacer, hazlo. No dejes que la gente y el mundo te doblegue”.

Cristina contaba con cierto sentido del humor: “Ahí se murió Juan Ángel Real y nació una mala escritora de primera línea”.

Aquí le tocó vivir

El nombre de Cristina Pacheco, para finales de los años 70 ya era el de una destacada cronista, escritora y periodista. “Aquí nos tocó vivir”, su programa en canal Once, se convirtió en un clásico de la televisión nocturna sabatina.

Las primeras emisiones de “Aquí nos tocó vivir” efectivamente trataban de descubrir mundos y mostrarlos en la pantalla de Canal Once. Pero no eran mundos lejanos o fantasiosos, sino cotidianos: el niño que trabajaba de bolero, el joven que limpiaba parabrisas en un crucero, los pepenadores en los límites de la ciudad.

Es un mundo que Cristina conoció bien porque ella misma, lo ha confesado varias veces, tuvo una infancia precaria

“Yo me acerqué al periodismo y la literatura por accidente, por fortuna, ya que en mi familia teníamos necesidades perentorias terribles: comer, calzar... Uno en esos medios pierde muy pronto la infancia ¡porque no hay tiempo para soñar”.

El programa en el que Cristina Pacheco recorre las polvorientas calles de Santa Úrsula, Coapa, con María Leorigilda Ortiz Martínez rumbo a las tortillas es claro ejemplo de lo que hizo durante más de tres décadas.

“Las calles disque nos las están arreglando y nada más las vinieron a descomponer. Es un mosquerío, esto está horrible, nos quitan llaves públicas y nos meten llaves a la casa, pero ¿y el agua? Ahí estamos yendo hasta Huipulco a acarrear agua”, dice doña María Leorigilda.

Cristina y José Emilio Pacheco: un amor eterno y feliz

Cristina Pacheco desarrolló una peculiar empatía con la gente a la que entrevistaba, sin importar fuera alguien famoso o un niño migrante que venía desde Puebla en busca de una mejor vida. 

“Termino una entrevista y no me puedo deslindar de las personas; no me desentiendo ni ellas de mí. Nos volvemos a encontrar siempre, ya que viven en mí y son parte de mí”, dijo a la revista Etcétera en 2018, cuando el programa cumplió 40 años.

 

Al mismo tiempo, Cristina desarrolló su carrera de cronista con “Mar de Historias”, publicación del periódico La Jornada en el que narraba su encuentro con algunos de esos personajes del pueblo y los matizaba para convertirlos en cuentos inspiradores.

Y en televisión comenzó un serial de entrevistas con personajes de la cultura y el espectáculo en México llamado “Conversando con…”

El 26 de enero de 2014 murió José Emilio Pacheco, con quien fue inmensamente feliz. Esta frase no es una exageración, es la manera en que ella recordaba al escritor de Las batallas en el desierto.

“No se perdía uno solo de mis programas. Me decía: ‘Qué personaje tan bello, ¡qué bonito habla!’. Él admiraba mucho a los improvisadores huastecos, que nunca han estudiado y versifican: son unos poetas maravillosos. Le encantaban los boleros, Mozart y la música cubana. Éramos muy felices en nuestra casa”.

A Cristina Pacheco, en suma, se le reconoce como una de las periodistas que mejor han ejercido el periodismo en México, aunque en varias ocasiones dijo que es algo que descubrió de manera fortuita.

“Yo comencé hablando de cosas que sucedían en la ciudad en que vivía, en los barrios que conocía. Y de manera intuitiva comencé a platicar con la gente. Descubrí entonces que una entrevista nos permite incursionar en mundos completamente desconocidos”.

Descanse en paz, Cristina Pacheco, escritora, entrevistadora y cronista.