VERACRUZ, VER.- Un conjunto de bambús adorna la entrada de “Residencial Don Gato”. Delimitado por una cerca improvisada y vigilado por una videocámara de seguridad, este espacio es utilizado por felinos ferales y abandonados durante los días lluviosos, fríos y soleados de la ciudad de Veracruz.
Casas que antes eran bocinas, pesebres y cajas conforman el residencial creado en el fraccionamiento Reforma por Susana Trejo y su esposo, responsables de mantener en buen estado el terreno que utilizan los gatos.
“Nosotros no conocemos al dueño, pero le agradecemos mucho que haya dejado a los gatitos tener sus casitas. Por mientras tenemos limpio, y sabemos que es un terreno privado donde algún día se va a construir y se van a tener que mudar los gatitos”, explica Susana.
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Ahora, que el proyecto se viralizó en redes sociales, aprovecha para decir:
“No se necesita dinero para darles una vida digna, se necesitan de ganas y amor. Esperamos que otros hagan lo mismo, que sirva para que muchas colonias y fraccionamientos respeten, los quieran y les pongan sus casitas. Hay gente muy buena, que sí coopera”.
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Un residencial felino
Hace 10 años, cuando ella y su esposo crearon el “Residencial Don Gato”, el espacio era utilizado por al menos 60 felinos que, con el tiempo, murieron de viejos y atropellados. Algunos más se dispersaron, y otros, más afortunados, fueron adoptados.
Entonces todo era terreno baldío. El departamento de Susana y su esposo eran de los últimos en el fraccionamiento Reforma, ahora una zona comercial, escolar y de vivienda consolidada.
Fue un día de norte que todo comenzó. Entre la maleza y los fuertes vientos, Susana y su esposo decidieron iniciar el proyecto con dos bocinas descompuestas.
Las desinfectaron, las pintaron de color verde y las adaptaron con techos de tejas, de plástico y retazos de tablas para añadir oscuridad.
Ahora, al menos 14 gatos frecuentan el residencial. Juegan entre la tierra y se esconden entre los matorrales recién crecidos por las lluvias, en donde también habitan tlacuaches que, junto a los felinos, salen a cenar la fruta e hígados de pollo que les da Susana.
“Pero esto no es un refugio, no es porque no hay quien los cuide. Yo les limpio, les doy de comer, los desparasito y castro cuando puedo, pero no es un refugio”, sostiene.
“También viene una pareja de señores grandes, Lupita e Israel, quienes les dan de desayunar y me ayudan en otras cositas, pero este no es un refugio, no hay alguien encargado en sí”, señala.
Apoyo vecinal
Los vecinos del fraccionamiento Reforma aceptan y procuran a los gatos. Sin embargo, reconocen a Susana y su esposo como los responsables debido a que sólo ellos mantienen limpio y con la maleza baja el lugar.
Todos pasan, saludan a Susana y le dicen que, tras la viralización del residencial, personas han escrito que les interesaría ayudar. Sin embargo, ninguna, hasta el momento, se ha presentado para ofrecer alimentos.
“Yo no acepto dinero, no se trata de eso, no hace falta. Si quieren ayudar, esas personas podrían apoyar con croquetas”, dice Susana no muy convencida, ya que le preocupa que, ante la publicación del residencial, más personas acudan a abandonar a sus animales.
“No les recomiendo que vengan a abandonar aquí a sus gatitos porque normalmente los atropellan, están al pie de la calle. Esto es para darles más dignidad, pero cuando un gato de casa viene, sufre muchísimo aquí. Ellos porque nacen y crecen aquí, saben sobrevivir, pero un gato de casa se muere”, explica.
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Gatos ferales
Actualmente hay alrededor de seis gatos ferales en el residencial. Aunque Susana dice que no son agresivos, señala que son imposibles de agarrar incluso por asociaciones de rescate animal.
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En dos ocasiones, en los últimos años, asociaciones llegaron con trampas y redes para intentar cazar a los animales sin éxito.
Por eso, dice Susana, se enfoca solamente en alimentarlos y desparasitarlos a través de la comida dos veces al año.
Dice que, aunque no pueda castrarlos, se ha dado cuenta que los gatos ferales del fraccionamiento Reforma tienen cada vez menos crías, y que estas, a su vez, sobreviven menos.
lm
