OPINIÓN

“Ser joven y no ser revolucionario: la contradicción que la política mexicana perpetúa”

Zoomlítica: Haciendo zoom a la política

“Ser joven y no ser revolucionario: la contradicción que la política mexicana perpetúa”
Opinión.“Ser joven y no ser revolucionario: la contradicción que la política mexicana perpetúa”Créditos: LSR Veracruz
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El pasado 12 de agosto, durante el Día de la Juventud, Ana Karen Sotero Salazar, de apenas 23 años, dio un discurso que resonó con una fuerza crítica pocas veces vista en espacios tradicionales; se quejó de la indiferencia de diputados enfrascados en sus charlas mientras ella describía la precariedad laboral, fallas en la salud, abandono educativo y violencia que afectan incluso su barrio en la Ciudad de México. Culminó con un potente grito: “¡Juventud de México! ¡Hoy y siempre seremos revolucionarios!”.

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Sus palabras: “el respeto no se da desde el paternalismo, se da desde la lucha, el enunciamiento, la crítica”, reflejan un sentir extendido entre los jóvenes de Veracruz y del país, dispuestos a participar, pero agobiados por un sistema que solo los invita como símbolo sin abrirles espacios reales de toma de decisiones.

Jóvenes en la política

Los datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) ponen en evidencia esa invisibilidad estructural. En 2016, solo el 11.5 % de los servidores públicos federales tenían entre 18 y 29 años, mientras que en gobiernos estatales esa cifra apenas alcanzaba el 15 %. Aunque no se tienen datos específicos para Veracruz, ese contexto nacional permite inferir que la situación local es similar y, probablemente más limitada, dado el carácter tradicional de la burocracia estatal.

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Es aquí donde cobra fuerza la frase atribuida a Salvador Allende: “Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”, es incapaz la política de ignorar la energía crítica de los jóvenes, por eso los tolera en presencia simbólica mientras los mantiene alejados del poder real.

En los congresos, los jóvenes no alcanzan ni siquiera el 3 % de representación entre legisladores: apenas un puñado de asistentes tiene menos de 30 años, sin acceso real de decisión; la política veracruzana no escapa a esa tendencia, los rostros “jóvenes” que vemos en campañas y discursos suelen ser utilitarios, más que agentes de cambio.

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México y Veracruz exigen una política diferente, una que no solo reconozca la juventud como un elemento simbólico, sino que les brinde espacios deliberativos y de decisión concretos, hoy no podemos seguir diciendo “dejemos que aprendan”, la juventud no solo está preparada, está lista para elegir, legislar y transformar.

Haciendo zoom…

Al recordar el grito revolucionario de Ana Karen “¡seremos revolucionarios!”, cabe preguntar ¿aceptará la política mexicana acompañar esa revolución con hechos y no solo con palabras y rostros jóvenes? Porque el respeto no se da, se conquista y esta generación ya está ganando esa batalla.

lm