OPINIÓN

Herencias envenenadas (Aura García-Junco)

Tinta y tinte de una mujer

Créditos: Valeria Aime Tannos Díaz
Escrito en VERACRUZ el

Este último año me puse como meta leer más autoras mexicanas. Lamentablemente, suelo encontrar a muchas autoras de otros países, como España o Colombia. Por suerte, encontré un libro que leí hace poco y llamó mi atención. Me refiero al libro “Dios fulmine a la que escriba sobre mí” de Aura García-Junco.

Llegué a este libro por una recomendación, sin conocer a la autora y sin saber qué esperar. Lo que encontré, me parece, huye de las etiquetas literarias. “Dios fulmine a la que escriba sobre mí” no es, ni una novela, ni tampoco un ensayo, aunque hay un poco de ambas en él. Tampoco diría que es un libro feminista, aunque la postura de la autora queda clara desde el inicio. 

“Dios fulmine a la que escriba sobre mí” es un libro que transmite la sensación de hablar con una amiga, con todo lo que esto significa. Hay emociones, repeticiones y contradicciones, y digo esto como un elogio, pues a veces, después de leer tantos datos, se agradece escuchar la opinión de otras personas.

¿Y de qué va el libro? Para mí, este libro es la historia de Aura García-Junco hablando sobre brechas generacionales, sobre las familias y, sobre todo, reflexionando sobre cómo se vive el duelo de un ser querido. Incluso, me pareció a ratos, que la autora hablaba del duelo para evitar vivirlo. 

El ser querido en este caso es su padre, Juan Manuel García-Junco Machado, un hombre del que, a decir verdad, nunca había oído mencionar, pero quien, por lo que se lee en el libro y después pude ver en internet, fue un héroe underground de la literatura menos respetada en México. Es decir, la literatura de ciencia ficción, fantasía, terror e incluso erótica.

Juan Manuel García-Junco Machado, a quien Aura también llama H. Pascal (era el apodo por el que más gente lo conocía) se asoma en este libro, entre reflexiones de la escritora, quien desde el principio nos revela que no tenía una gran relación con su padre. 

Me parece valioso mencionar que Aura no teme abrirse dentro de las páginas de su libro, como cuando, por ejemplo, menciona que en ocasiones olía una playera vieja de su padre para tratar de mantener el “aroma” del ser querido que ha muerto.

H. Pascal fue uno de los fundadores de “Goliardos” un grupo que promovía la cultura “alternativa” y participaba en ferias de libros, talleres de escritura y promoción de fanzines donde él mismo escribía junto a escritores famosos como Carlos Montemayor o Paco Ignacio Taibo II. Pascal fue un eterno punk de la literatura, quien llevó su estilo de vida hasta las últimas consecuencias.

Las consecuencias fueron una mala salud y una relación difícil con su familia. Aura confiesa que siente miedo de imaginarse que su padre pudiera haber acosado a algunas de sus alumnas en los talleres de literatura, o teme, también, que no sea muy feminista, de su parte escribir un libro sobre un hombre.

Para cuando una termina el libro no parece quedar del todo claro qué es lo que la autora quiso decir sobre su padre, si es que, de hecho, este libro habla sobre su padre y no sobre ella y la opinión que tenía de su padre, pero la autora es consciente de ello y lo dice. 

“Dios fulmine a la que escriba sobre mí” también me pareció un homenaje a los libros, pues mientras Aura va deshaciéndose de la biblioteca de su padre, habla de los libros casi como si fueran tótems testigos del paso del tiempo. De paso, me llevé muy buenas recomendaciones de libros que no conocía.

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La biblioteca, como la playera vieja, las carencias emocionales u otras “herencias envenenadas” (como las llama Aura), se juntan en una amalgama de anécdotas y pensamientos donde la escritora parece no poder separar al padre del escritor, ni a la emoción de la lógica, pero que intentan, creo que, con éxito, mostrarlo con gran exactitud. 

Esto nos puede ocurrir a todas. En ocasiones es complicado separar al padre del hombre y entenderlo como tal, con sus errores y sus virtudes. Creo que esto es lo que hace tan interesante al libro: presenciar las cavilaciones de una hija que perdió a su padre.

H. Pascal fue un visionario que, quizá, no fue tan buen padre, pero me parece que el libro no trata de eso. A mi parecer, el libro trata de cómo no hace falta que a los muertos se les exalten méritos que no tuvieron, sino de reconocerlos tal como fueron, y, sobre todo, que se tenga el valor para amarlos tal como fueron.

Si algo de esto, querido lector, te ha llamado la atención, te invito a que leas este libro y, más importante aún, te invito a que reflexiones sobre cuáles tus propias “herencias envenenadas” y sobre qué implica el valor para amar a alguien por encima de todas las cosas. 

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