MIGRANTES

De los lujos a lo básico, Sergio y su familia regresaron a Hidalgo tras 20 años en EU

Sergio y su familia dejaron atrás las comodidades de vivir en Estados Unidos para volver a tener vínculos afectivos de los que se privaron por dos décadas

Sergio regresó a México el 4 de julio.Créditos: Verónica Angeles
Escrito en HIDALGO el

Pachuca.— El 4 de julio de 2023 es la conmemoración de Independencia de Estados Unidos, el mismo día Sergio y su familia tuvieron su propia independencia: dejaron de ser migrantes y regresaron a su país natal, México. Sergio vivió 20 años en Estados Unidos, en el condado de Sarasota de Florida, allá tenía un auto, una casa con aire acondicionado en cada habitación, un empleo en el que ganaba en dólares y todas las facilidades para tener una vida cómoda, al regresar a Hidalgo sólo tiene lo necesario, pero está feliz porque sus hijos ahora pueden convivir y crecer al lado de su familia.

Pero como dice la canción, “aunque la jaula sea de oro no deja de ser prisión”, y entonces sí tenía una casa con todas las comodidades, pero no era libre, no podía salir a la calle porque corría el riesgo de que la migración lo agarrara y entonces lo separaría de sus tres hijos y esposa.

“Vives con el temor de que te fuera a parar la policía, te sentías como perseguido, no puedes llevar una vida tranquila, uno no había hecho nada, pero por el hecho de que no tienes una licencia y no la puedes tramitar porque no tienes los documentos y no es como decir pues no manejo porque no es como en México que los trabajos están cerca, allá está lejos el trabajo, la escuela, y cada autobús tiene su ruta y no se para donde tú digas, es más complicado”, dice.

Sarasota es un lugar turístico en el condado de Florida, su playa es considerada como una de las mejores en Estados Unidos, “la arena es muy finita, el mar es tranquilo es del lado del Golfo de México en esta temporada -otoño-  está caliente el agua, es muy agradable y muy bonito”, recuerda Sergio.

En Ixmiquilpan hay comunidad, está la familia, sus tíos, sus abuelos, sus primos; ahora tienen mayor libertad, puedes salir a la calle, jugar a campo abierto. Desde que él y su familia regresaron a Hidalgo, los niños entraron a la escuela, su esposa se dedica al hogar y Sergio es taxista y administra los negocios que hizo mientras estaba en el extranjero.

Sabe que no tiene los lujos que tuvo en Estados Unidos, pero tiene cerca a su familia, precisamente - esas cosas que el dinero no compra.

La vida que se lleva en uno y otro país no tiene un punto de comparación, “Como todo allá, si tienes un trabajo que se pueda decir normal tienes las comodidades que aquí no puedes llegar a eso, el propio transporte, las casas todas tienen aire acondicionado, pero pues todos son lujos”, mientras que en México por más que se trabaje, no se alcanza el mismo nivel.

Sergio, migrante hidalguense | Foto: Verónica Angeles

Sergio considera que allá el ritmo de vida es rutinario, él lo pone como el ratón que corre en una rueda, “te paras, trabajas, duermes; te paras, trabajas, duermes; y así todos los días y con todas las personas”.

Él se dedicó a trabajar en el área de restaurantes por más de 15 años, “Yo me dediqué a trabajar, me hubiera gustado meterme a la escuela y haber aprendido para poder hacer algo, pero al final de todo en el mercado donde yo trabajaba estaba en una posición bien porque yo estaba de encargado de la cocina, era el chef, por los años de experiencia de que yo había trabajado en diferentes restaurantes”.

Donde vivía su casa estaba separada de la otra por tres o cuatro metros, pero aún así no conocían a sus vecinos, todo el tiempo la pasaban encerrados -y no por antisociales- sino por todo lo que se ve allá de que hay “gente que pierde su lucidez en cualquier momento, los tiroteos, y en realidad no se sabe qué tipo de vecinos son los que tienes”.

Hoy, sus hijos pueden hasta convivir fuera de horario de clases con sus amigos, visitar a su familia, fortalecer lazos afectivos.

Una cosa tenía clara: no quería que ya cuando pudiera viajar les fuera a enseñar una tumba a sus hijos para presentarle a su familiar.

A recuperar los lazos familiares

Se regresaron en autobús, fue un viaje de 48 horas, lo hicieron así porque querían vivir la experiencia, lo hizo por el bien de su familia y porque considera que hay cosas que no se compran con dinero - también como diría la canción.

Lo movió el hecho de querer que sus hijos convivan con su familia, tengan un ambiente de armonía, de amor, y no de persecución, aunque dos de sus hijos son de nacionalidad estadounidense, son los más chicos de 14 y ocho años, y aún necesitan de su familia.

Su idea es nunca regresar a Estados Unidos, ya serán sus hijos los que decidan, pues los dos menores tienen doble nacionalidad y pueden entrar y salir, "preferimos quedarnos en nuestro país, nosotros somos de aquí"

¿Y habla inglés?

"Te voy a decir que yo hablo el inglés de los perros, ¿y cómo es el inglés de los perros? si a un perro tú le dices que venga, viene, te entiende, pero él no habla. Yo lo entiendo, pero hablarlo muy poco, yo trabajaba con hispanos fue muy difícil aprenderlo más que nada la pronunciación".

Recuerdan cómo fue llegar al norte

Sergio y su esposa se fueron de mojados dejando a su hijo de un año de edad al cuidado de los abuelos maternos, estando allá extrañaban mucho al bebé, se sentía incompletos.

"Cuando me fui nada más me llevé a mi esposa, nos intentamos llevar a mi hijo, pero era muy peligroso, entonces nos fuimos y lo dejamos y a los seis meses mandé por él porque mi esposa sufría".

Comentó la situación con una compañera de trabajo, ella le habló de una persona que pasaba a niños y niñas de México a Estados Unidos. Habló con la persona y le pidió 4 mil 500 dólares para pasar a su hijo.

Desesperado por ver a su hijo y sin pensar en que no conocía a la señora que lo cruzaría por la frontera de Tijuana, se aventó el volado, hizo el depósito.

Su hijo llegó a Tijuana y ahí estuvo 15 días, él sin tener la certeza de que llegaría a Florida, "No sé si en mi madurez o por quererlo ver, yo no conocía a la señora a la fecha no la conozco, mi suegra llevó al niño a Tijuana. La señora tenía varias hijas y por medio de los matrimonios de sus hijas es como pasaban a los niños. Pasó un fin de semana y el lunes me habló la señora y me dijo que el niño ya estaba ahí que no se preocupara que todo estaba bien".

Sergio dice si me preguntan si lo volvería a hacer, respondería, nunca. Por último, Sergio agradece haber regresado a México, porque sabe que muchas personas se quedan en el camino y otros ya no regresan.

sjl