DÍA DE MUERTOS

La Llorona en Guanajuato: aquí está su tumba

Entre Dolores Hidalgo y San Luis de la Paz, en la Hacienda Siete Reales, está una tumba que, de acuerdo a los pobladores de las cercanías y que escucharon a sus antecesores decir, es la de La Llorona

Créditos: Especiales
Escrito en GUANAJUATO el

Dolores Hidalgo.- En la Hacienda Siete Reales, ubicada entre los municipios de Dolores Hidalgo y San Luis de la Paz, por el antiguo Camino Real Tierra Adentro que comunicaba a los mineros de Zacatecas y Guanajuato, se encuentra una cripta que, según los lugareños, guarda un gran misterio, ya que es la tumba de La Llorona.

Cuenta la leyenda, la cual ha sido transmitida de manera oral de generación desde hace más de 200 años por los habitantes cercanos a la tumba, que la dueña de la hacienda, al ser abandonada por su esposo, ahogó a sus 3 hijos en el río Laja y después se suicidó.

Aseguran los pobladores cercanos, lo cual coincide con los datos del cronista dolorense José Alamilla, que la mujer deambulaba como un alma en pena por las casas del lugar durante las noches de luna llena y se escuchaban los fuertes lamentos dirigidos hacia sus hijos, mismos que terminaban en el paraje del río.

Sobre la tumba se colocó una placa con fecha de septiembre de 1923, aunque los habitantes cercanos aseguran, porque así les contaron sus antecesores, que los gritos de La Llorona datan desde 1850, además de que esa tumba se colocó en lugar donde estaba una cripta que tenía una cruz encima, misma que durante una noche de tormenta fue partida por un rayo.

Las autoridades eclesiásticas comprobaron las versiones de los pobladores y ordenaron la construcción de la tumba en forma de cripta en 1900, en el lugar donde la mujer dejaba de llorar y, de acuerdo con lo señalado por el cronista de Dolores Hidalgo, el lugar fue exorcizado para mitigar el lamento de La Llorona que transitaba por el Camino Real.

Tal era la costumbre de escuchar los lamentos, que entre los lugareños era frecuente comentar entre sí la frase: “Otra vez La Llorona”, aunque, después de ser bendecida la tumba, ya no se vio deambular a la mujer y se dejaron de escuchar los gritos lastimeros durante las noches de luna llena.