OPINIÓN

Macho Man

El bravucón presidente, no tiene respeto para sus gobernados ni empatía para otras personas, salvo aquellas que estén dispuestas a someterse a su voluntad.

Escrito en GUANAJUATO el

López Obrador, se cree muy macho, ante las bravuconadas que escupe todos los días en ese bodrio conocido como las “mañaneras”, donde el valiente presume de su investidura presidencial, para insultar y ofender a los mexicanos por igual, sean mujeres, hombres y cualesquiera de las actividades profesionales u oficios que dignamente se dediquen millones de compatriotas, que por el solo hecho de no pensar ni simpatizar con el mandatario, intimida al pueblo de México.

Ser bravucón es un estilo eficaz para alcanzar el poder, hay investigaciones sociológicas que confirman que el comportamiento brutal puede ser un camino eficiente hacia el poder y por supuesto, ratificarlo y ejercerlo con tal fuerza sin importar la ley, la moral, la ética o la educación, avasalla a cualquiera. La autoestima externa del bravucón presidente, necesita admiración y atención para quedarse saciada, aunque sea por horas, como es el caso del pendenciero mandatario.

Sin embargo, es clara la baja autoestima del tabasqueño, que tiene que estar intimidando constantemente a la sociedad, como lo ha hecho durante cuatro años y medio de gobierno. El menosprecio con que trata a sus detractores es el mismo que aplica a sus colaboradores y seguidores, cuando algo le molesta o no le gusta. El bravucón presidente, no tiene respeto para sus gobernados ni empatía para otras personas, salvo aquellas que estén dispuestas a someterse a su voluntad.

Como lo hemos visto durante su mandato, carece de la capacidad y preparación de ver las situaciones desde la perspectiva de otra persona, centrándose sólo en sus propias necesidades y deseos. Ha sido común ver a López Obrador, involucrar comportamientos de intimidación en prácticamente todos sus actos de gobierno contra sus adversarios políticos, empresarios, periodistas, niños con cáncer, deportistas y la sociedad en su conjunto, sobre todo la menospreciada clase media.

La violencia activa y permanente en su discurso político, se ha manifestado de diversas maneras. Estos variados modos suelen ser los que viabilizan la violencia física que, en muchos casos, pueden inducir agresiones tan fuertes que pueden acarrear la muerte como ha sucedido en está pesadilla de gobierno, con niveles de violencia nunca vividos, donde todo el territorio nacional, es controlado por los narcos, en sus diferentes modelos y nombres de cárteles. Con total impunidad y protección de AMLO y su gobierno.

Es imprescindible ser conscientes acerca del hecho de que la violencia física siempre es precedida por otro modo de violencia, como suele ser la violencia discursiva del presidente. Muchas veces, como lo hemos visto, antes de un ataque físico -dentro de esta categoría hay también modalidades- AMLO emplea una vieja táctica, muy efectiva, por cierto, y es que el discurso violento va preparando el terreno para que quien es víctima de esa violencia, se vaya sintiendo asediado, como ha sucedido con la oposición política, que simplemente no ha existido.

El violento y bravucón mandatario, siempre ha buscado que sus adversarios a quienes dirige la agresión se vayan sintiendo asediados, sin esperanzas de evitar los efectos de la agresión, AMLO busca que el “otro” y “otros” se sientan indefensos, colocándolos en un terreno de inmovilismo y de minusvalía. La violencia en el discurso de nuestro Macho Man, presenta varias caras. Una de ellas la tenemos cuando los distintos sectores de la sociedad pierden el rol que les corresponde, los medíos de comunicación, la administración de justicia, la academia y el propio gobierno.

Todos estos espacios, representan un poder de promoción y desarrollo, los cuales se difuminan cuando se instrumentalizan para el usufructo de los intereses grupales o mejor conocidos, como la nueva clase política de la 4T o bien, los intereses particulares del propio presidente y su familia. Estoy convencido, que la violencia en el discurso político de López Obrador puede aparecer explícita, como también disfrazada, un discurso violento estructurado con un lenguaje ambiguo puede resultar más nocivo que un discurso que contenga explicitas amenazas. Así lo hace, nuestro Macho Man.    

¿No cree usted?

Dr. Carlos Dìaz Abrego