León, Guanajuato.- Ahora ya "se usa" comprar en línea. Las tiendas se fueron, los cines cerraron, las rentas subieron y el e-commerce empujó lo que ya estaba debilitado. El resultado está a la vista: plazas que fueron punto de encuentro lucen cortinas abajo, pasillos apagados y locales en renta eterna. Este es un recorrido por los centros comerciales que cayeron —o están en la cuerda floja— y lo que cuentan sobre la ciudad.
Plaza San Miguel: del experimento urbano al abandono
Inaugurada el 6 de diciembre de 1983 como apuesta para “revitalizar” una zona problemática, Plaza San Miguel fue pensada como un nodo comercial y social. Cuatro décadas después, es símbolo de decadencia: pasillos vacíos, muros grafiteados, servicios colapsados. Crónicas locales y reportajes recientes documentan su deterioro año con año.
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Más allá de la nostalgia, San Miguel revela una lección: su ubicación fuera de los nuevos corredores de consumo y la falta de renovación del mix comercial la dejaron sin defensa frente a la expansión de formatos más grandes y experienciales. Como Centro Max o Altacia.
La Gran Plaza: el ícono noventero que se desangra
La Gran Plaza abrió el 15 de noviembre de 1991; durante años fue sinónimo de estatus. La salida de Fábricas de Francia en 2019 la dejó herida. Después, llegó el golpe de los cines: en octubre de 2024 cerró Cinépolis y el efecto dominó se hizo evidente. Hoy, los recuentos periodísticos hablan de decenas de locales vacíos y de una agonía a cámara lenta, pese a intentos de reactivación.
El dato histórico importa: el cierre de Fábricas de Francia no fue aislado; la marca desapareció a nivel nacional entre 2018 y 2019, y la sucursal de La Gran Plaza bajó la cortina definitivamente el 30 de julio de 2019. Ese retiro debilitó el flujo y rompió el equilibrio de anclas que sostenía al complejo.
Plaza Venecia: del sueño temático al “reboot” asiático
Plaza Venecia nació en 2003 con una promesa lúdica: arquitectura inspirada en la ciudad italiana y un paseo distinto sobre López Mateos. Tenía lanchas para transportarte como en Venecia, Italia. Con los años perdió brillo y quedó semivacía. En 2025 comenzó una reconversión atípica: el inmueble renació como una gran tienda de artículos importados, una señal clara de hacia dónde se mueve el consumo low-cost y de conveniencia. La cobertura local ubica la reapertura paulatina y su nueva vocación comercial.
Esta “segunda vida” no es una resurrección del centro comercial clásico; es más bien un cambio de formato que aprovecha la ubicación, reduce costos operativos (un solo operador en lugar de decenas de locatarios) y apuesta por rotación y precio.
Plaza Insurgentes: nostalgia que resiste
Entre Jardines del Moral y Paseo de los Insurgentes subsiste una plaza atrapada en los setenta-noventa: locales pequeños, pasillos estrechos, oferta fragmentada. La prensa local la describe como “plaza fantasma” y, a la vez, como un sitio que se resiste a desaparecer, con islas de restaurantes y comercios que aún le dan pulso. Es el eslabón que muestra cómo la microespecialización puede alargar la vida, pero no garantiza futuro.
Becu, la olvidada del Centro
A unos pasos de la Plaza Principal, la plaza comercial Becu es otra cápsula del tiempo: hoy alberga apenas un par de negocios en planta baja. Su caso desnuda la pérdida de centralidad comercial del primer cuadro frente a los nuevos polos de consumo periférico.
Qué nos dicen estas ruinas (y semiruinas)
Las anclas mandan. Donde se fueron cines y departamentales, se fue el flujo. La Gran Plaza es el ejemplo más claro: el cierre de Fábricas de Francia y luego de Cinépolis fracturó el ecosistema interno.
La periferia ganó la batalla. Altacia, Plaza Mayor y corredores como Aeropuerto y eje norte-poniente concentraron la nueva inversión; las plazas medianas y viejas, sin remodelaciones profundas, quedaron expuestas. (Contexto derivado de la cronología de cierres y aperturas citadas arriba.)
La reconversión es posible, pero no siempre “en plaza”. El caso Venecia muestra que a veces el inmueble sobrevive, no el modelo de mini-locales. Cambiar a un solo operador reduce fricción y capta tendencias de precio.
¿Qué sigue?
Hay tres salidas, vistas en otras ciudades del Bajío y de México:
— Uso mixto (oficinas, consultorios, educación, cowork, vivienda en niveles superiores). En León ya asoman intentos de reconvertir espacios internos a oficinas en inmuebles con ubicación estratégica, aunque la escala varía. (Inferencia apoyada en coberturas locales de reactivación y nota de riesgo por salida de cines).
— Reanclaje cultural/deportivo (bibliotecas, makerspaces, gimnasios de cadena) para reactivar flujos no solo de compra.
— Operadores únicos tipo “bazar permanente” o tiendas mayoristas, como la reconversión en Venecia.
Epílogo: memoria urbana
Cada plaza cuenta una versión de León: San Miguel, la ciudad que quiso modernizarse temprano y falló en el mantenimiento; La Gran Plaza, el esplendor noventero que no se actualizó a tiempo; Venecia, la fantasía temática que hoy se rinde al descuento; Insurgentes y Becu, la persistencia de los formatos pequeños en barrios con historia. El mapa no está cerrado —ni la discusión—, pero las señales son claras: sin inversión, sin nuevo relato y sin anclas, las plazas se quedan en pausa.
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