León, Guanajuato.- El 23 de marzo de 2012, la ciudad de León, vivió uno de los momentos más memorables de su historia contemporánea: la llegada del Papa Benedicto XVI. Fue su primera y única visita a México, y eligió el Bajío como epicentro de su mensaje de paz y esperanza.
La recepción oficial se llevó a cabo en el Aeropuerto Internacional de Guanajuato, en Silao, donde fue recibido por el entonces presidente Felipe Calderón y su esposa Margarita Zavala. Miles de fieles lo esperaban con entusiasmo, ondeando banderas y entonando cánticos como “Benedicto, hermano, ya eres mexicano” .
Desde el aeropuerto, el Papa recorrió aproximadamente 32 kilómetros en el papamóvil hasta el Colegio Miraflores en León, donde se hospedó durante su estancia . A lo largo del trayecto, multitudes se congregaron para saludarlo, creando una atmósfera de fervor y devoción.
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El sábado 24 de marzo, Benedicto XVI recibió las llaves de la ciudad de Guanajuato en la Glorieta Santa Fe, en una ceremonia encabezada por el gobernador Juan Manuel Oliva y el alcalde Edgar Castro. Posteriormente, desde el balcón de la Casa del Conde Rul, el Papa dirigió un emotivo mensaje a los niños reunidos en la Plaza de la Paz, instándolos a ser “mensajeros del amor de Dios” .
El domingo 25 de marzo, el Pontífice celebró una misa multitudinaria en el Parque Guanajuato Bicentenario, en Silao, ante más de 300,000 personas. Durante su homilía, expresó su cercanía con los niños que sufren violencia, pobreza y abandono, y llamó a las familias a ser “semilleros de paz” . Ese mismo día, por la tarde, presidió la celebración de las vísperas con obispos de México y América Latina en la Catedral Basílica de la Madre Santísima de la Luz en León .
Durante su estancia, Benedicto XVI también visitó el Templo Expiatorio del Sagrado Corazón de Jesús en León, cuya construcción fue concluida en marzo de 2012, coincidiendo con la visita papal .
El lunes 26 de marzo, el Papa partió hacia Cuba, dejando una huella imborrable en los corazones de los leoneses y guanajuatenses. Su visita no solo fortaleció la fe de miles, sino que también consolidó a León como un punto de encuentro espiritual de relevancia internacional.
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