En días recientes diversos colectivos han convocado actividades o emitido comunicados autodenominados “contra el borrado de las mujeres”. ¿De dónde viene esta expresión y por qué contribuye a la discriminaciónviolencia machista?

Históricamente, las aportaciones y logros de las mujeres han sido obviados, borradas de los libros de historia y la discusión pública. Las autoras Silvia Federici y Remedios Zafra, por ejemplo, han explorado la división de las labores en el sistema patriarcal y capitalista, y las estructuras mediante las cuales las actividades, pensamientos y experiencias femeninas han sido menospreciadas e ignoradas. En este sentido, las mujeres han sido relegadas a la esfera de lo privado y doméstico, sus ideas y experiencias despreciadas como folklore y chisme; mientras que el mundo de lo público, del debate y de las ideas, se reservaba para los hombres.

Diversas autoras feministas han señalado la omisión de las mujeres en los cánones de casi todas las ciencias; la misma Virginia Woolf tiene una famosa frase: “anónimo era una mujer”. Sin embargo, cuando en años recientes escuchamos la expresión “borrado de las mujeres”, usualmente no se refieren a esto, sino a la creencia de que el reconocimiento de los derechos de las personas trans trae consigo el borrado de las mujeres “cis”, aquellas que al nacer fueron asignadas con sexo mujer y su identidad es femenina.

La activista Rosa María García indica que esta expresión está cercanamente enlazada a una especie de teoría de la conspiración, la cual supone que existe un complot “queer” para exterminar a las mujeres cis. En esta teoría, continúa García, las mujeres trans son reducidas a estereotipos misóginos que las clasifican o bien en aquella que “finge” ser mujer, pero con una feminidad “torpe, no natural” que la delata, o bien, como una impostora que logra exitosamente “engañar” con un fin sexual.

Leo Morán, de la colectiva Hola Amigue señala en entrevista para La Cadera de Eva que las mujeres que utilizan esta expresión consideran que la razón de su opresión son sus genitales y su sexo. Sin embargo, continúa, esta idea reduce a las mujeres únicamente a aspectos físicos, a sus cromosomas o genitales, perpetuando estereotipos e ignorando, por ejemplo, la existencia de personas intersex.

La idea de que visibilizar las vidas y experiencias de las personas trans y no binarias borra la existencia de las mujeres cis, choca con los datos que existen sobre las violencias que atraviesan a las personas no cisgénero.

A nivel de memoria, las mujeres trans han sido también borradas, hasta hace muy poco, no se conocía la historia de la primera mujer trans Lili Elbe (inspiración para la película La chica danesa), ni la participación de las mujeres trans en la lucha LGTB, por ejemplo en las revueltas de Stonewell, el papel de Marsha P. Johnson fue ignorado durante décadas.

Marsha P. Johnson La cadera de Eva
Marsha P. Johnson, mujer trans afroamericana activista por los derechos de la comunidad LGTB. Créditos: National Women´s History Museum 

En México, las personas trans sufren violencia y discriminación. Los datos del Observatorio de Personas Trans Asesinadas registran únicamente en 2022 51 asesinatos de personas trans y sólo en los primeros meses de 2023, el Observatorio Nacional de Crímenes de Odio Contra Personas LGBT tiene registrados dos asesinatos y una desaparición de mujeres trans.

Los transfeminicidios, asesinatos contra mujeres trans en razón de su sexo e identidad, son una arista de la crisis de feminicidios en México y de acuerdo a informes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la esperanza de vida de las personas trans es de 35 años.

Leo Morán argumenta que el uso de expresiones como “personas menstruantes “, “personas gestantes” no invisibiliza la experiencia de las mujeres cis, pero sí incluye a las transmasculinidades y a personas no binarias que enfrentan las mismas problemáticas y experiencias sin identificarse como mujeres.

Por otro lado, usar la expresión “borrado de mujeres” al referirse a la visibilidad de las vidas trans es un acto de discriminación, continúa Morán, ya que continúa reduciendo a las personas a aspectos esencialistas e invalidando el derecho a la identidad, y por lo tanto a otros derechos humanos como la vivienda o la salud.

Utilizar este tipo de expresiones discriminatorias incrementa la tolerancia a discursos de odio y la ignorancia sobre las experiencias y vidas de la comunidad trans y de la diversidad de vidas de las mujeres, lo que impide que alcancemos una vida libre de violencia.

Morán considera que abrir la conversación sobre otros feminismos, aquellos que no estén centrados en la experiencia cis heterosexual nos permite abordar más vivencias y construir desde los colectivos.