El Japón del siglo XVII vio nacer una de las poesías sintéticas más importantes en el mundo: el haiku. Esencialmente, esta escritura tenía como objetivo principal la sensibilidad, la naturaleza y lograr a través de la palabra, generar imágenes y sonidos del entorno. Los poetas japoneses más reconocidos son Matsuo Basho, Yosa Buson y Kobayashi Issa, seguido de una lista larga de artistas y monjes de entre 1867 y 1902, en esas páginas de la historia, se lee el nombre de Chiyo-ni, la poetisa. 

Para conocer más de la importancia de Chiyo-ni se debe entender el contexto que vivía el país nipón en aquellos siglos. La influencia más importante era el budismo y de la mano del Onna-Daigaku (Manual de la buena mujer), el papel de la mujer quedó profundamente arraigado a la exclusión y sumisión.

El impacto de la publicación de este manual conllevó a un endurecimiento a las limitaciones que tenían todas las mujeres de la sociedad japonesa, desde las familias aristocráticas, hasta las mujeres de estratos más bajos. 

Este pequeño libro de apenas 18 mandatos publicado por el médico Kaibara Eikiken llegaría a cambiar la vida de las mujeres al hablar despectivamente de ellas, utilizar palabras ofensivas y señalar que eran seres sin valor alguno. Acá algunos puntos de este manual. 

  • Las mujeres deben obediencia absoluta a los hombres
  • Las mujeres están moralmente enfermas y son incapaces de corregirlo 
  • Las mujeres son envidia, superficialidad de pensamiento y odio
  • La mujer no puede salir de su hogar ni rechazar a su esposo, si lo hace, caerá sobre ella vergüenza de por vida

De manera general, el objetivo de este código era someter a una perspectiva misógina a la mujer y condenarla en caso de desobedecer las reglas. Una de las frases que se repiten con mayor frecuencia en este manual es la supuesta “escasa inteligencia” de las mujeres para comprender el mundo, incursionar en el arte y la escritura; la mujer estaba condenada por nacer, en palabras de Kaibara, con “un corazón femenino”.

  • ¿Quién fue Chiyo-ni, la poeta rebelde?

Chido Fukumasuya, conocida como Chiyo-ni, nace en 1703 y en el seno de una familia de fabricantes de caligrafía. Este entorno le permitía conocer a pintores y poetas que eran compradores de la tienda de su familia, podía leerlos y mantener un contacto directo con sus obras desde la infancia.

De esta manera, Chiyo ni decide poner en práctica su poesía y a los 12 años, comienza a acercarse con un maestro del haiku quien le transmite los primeros conocimientos de esta poesía, la composición y le muestra algunos caracteres chinos. 

Este primer acercamiento, aunque rudimentario, se vuelve en el impulso para que decidiera comenzar a escribir sus propios haikus, sin embargo, en su desarrollo se enfrenta a la publicación de “Los mandatos de la buena mujer” y se dedicó a cuidar de su hijo adoptivo en sus veintes, pues los escritos señalan, su esposo habría muerto en una guerra. 

La vida se volvió rutinaria entre los cuidados y su hogar, de acuerdo a información de Periódico de Poesía de Cultura UNAM, frecuentaba algunos círculos de otras poetisas e impulsada por su amor al haiku tomó una decisión radical a sus 51 años. 

Chiyo-ni, se unió a un Jodo, burló al sistema nipón, rapó su cabeza y dedicó su vida al budismo, donde con libertad y tiempo, pudo dedicar sus últimos 20 años de vida a escribir plenamente haikus, pues las normas y códigos sociales tenían una pequeña excepción: las monjas. 

  • ¿Qué hacía tan especial la escritura de esta poetisa?

Fernando Rodríguez, especialista en el arte del haiku comparte para el libro “Violeta agreste”, que el trabajo de Chiyo-ni, no sólo es rebelde, sino que es un estilo puro. 

“Chiyo ni es la pureza de los sentimientos humanos expresados con espíritu y sensibilidad”, acota. 

En una lectura a algunos de sus haikus, es común encontrar elementos de la naturaleza, del amor y del destino. El trabajo de esta poetisa consigue alcanzar el yoku mireba que se traduce como “si miras bien…”, este espíritu de observación es muy propio de Chiyo-ni, su haiku es una ventana a mirar lo que parece, es invisible. 

Chiyo- ni nació con la enfermedad del criminalizado “corazón femenino”, pero esto la dotó con una enorme habilidad para convertir la palabra en belleza y aunque en su momento no lo supo, sus haikus fueron una rebelión contra el sistema.

  • Haikus de Chiyo-ni, un respiro espiritual  y poético

"Cerrar los ojos

y olvidar el camino

montaña en flor"

"Ven, mariposa,

cosas vistas en sueños

dicen tus alas"

"Hojas de arce

tiñen el monte: amor a medias"

"Flores de luna

Cuando la piel de una mujer

Es revelada"

"Los años que pasan

las cosas que nos irritan

también son agua que corre"

*Con información de "Haiku: tradición poética de Japón" de Hernández Emmanuel. Editorial La Colmena y "El modelo de la mujer japonesa en el periodo Tokugawa: el Onna-Daigaku "de Lara Pérez