Villa Juárez, Sinaloa -Como cada domingo, “María”, una comerciante de ropa de Villa Juárez, Navolato, se persigna antes de salir y poner su puesto en el tianguis y se encomienda a Dios para que sea un buen día, aunque por la situación de violencia que vive la zona es casi seguro que sus rezos no serán escuchados.
Antes abría su puesto los días viernes, sábado y domingo, pero desde que inició la escalada de violencia en Sinaloa, únicamente puede abrir los domingos.
“Tenemos como tres meses con ventas bajas en comparación con el año pasado. Suponemos que es por el miedo que la gente que ya no viene a comprar”, manifestó. En entrevista con La Silla Rota, María, el seudónimo que utiliza la mujer para contar su historia, dice que abre su puesto de ropa únicamente los domingos porque es cuando más presencia de autoridades policiales hay en la zona.
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“Los domingos no nos ha tocado que haya balaceras aquí, pero entre semana sí, yo por eso he dejado de venir. Yo vendo ropa y no pierdo, pero sí tengo ventas más bajas”, manifestó.
La violencia ha golpeado a todo Sinaloa, pero en Villa Juárez el impacto se siente con mayor fuerza. Esta sindicatura, que cuenta con 33 mil 498 habitantes y puede superar los 50 mil durante la temporada agrícola por la llegada de jornaleros, enfrenta un clima de inseguridad más concentrado y visible debido a su tamaño y a la dinámica migratoria de la región.
“Está bien duro, no tenemos ni para comer”: la vida entre el miedo y la violencia en Villa Juárez
Como María, “Juana”, otra comerciante que vende ropa, aseguró a La Sillar Rota que los campos agrícolas de la sindicatura están llenos de gente armada, lo cual ha dificultado que su familia acuda a trabajar, por lo que el único sostén de su familia es el ingreso que logra obtener en su puesto.
“Ahorita está bien duro, no tenemos ni para comer porque no se puede trabajar. Me agarraron una vez aquí, estaba trabajando cuando la gente armada venía por allá”, señala la mujer apuntando hacia el sur del poblado.
“Juana” contó que le ha tocado notar mayor presencia de gente armada que de las autoridades, o “del gobierno”, como se refieren de forma coloquial a los elementos del Ejército. Cuenta que entre semana se les ve poco a las autoridades poco por la zona, pero los domingos, por ser un día de mayor actividad comercial y de esparcimiento, la presencia de las fuerzas federales aumenta en el lugar.
Así transcurren los días en Villa Juárez, entre el miedo y la incertidumbre. Miles de familias intentan sobrevivir a una rutina marcada por las balas y el silencio impuesto por el crimen. La inseguridad no solo arrebató la tranquilidad: también vació los bolsillos. Muchos perdieron su trabajo, los comercios se fueron apagando y hasta los niños han tenido que aprender detrás de una pantalla, porque las escuelas cierran cada vez que la violencia vuelve a tomar las calles.
Sitiados por el crimen
Al acercarse a Villa Juárez desde la sindicatura de San Pedro, lo primero que llama la atención es un retén del Ejército, una presencia constante que recuerda que la violencia aquí no da tregua. La carretera que conduce al poblado atraviesa extensos campos agrícolas y empresas con apenas personal activo; muchos han dejado de trabajar por miedo y la inseguridad que se extiende por todo Sinaloa.
Se puede intuir que se aproxima a la sindicatura por la cantidad de motocicletas que recorren la carretera. Algunas pertenecen a familias que dependen de ellas como único medio de transporte; otras, a habitantes de rancherías cercanas. Pero las más inquietantes son las que pertenecen a punteros, vigías que observan cada movimiento y mantienen la zona bajo control.
Al entrar a Villa Juárez, la presencia de estas motocicletas se multiplica. Circulan por igual por todas las calles, recordando a cada habitante y visitante que aquí la vigilancia no es casualidad: es la regla, y el miedo, parte de la vida cotidiana. A medida que los conductores se acercan a Villa Juárez, la presencia de motocicletas se multiplica; no se puede evitar notar la vigilancia.
Ante este escenario, la gente vive con miedo en la zona. Tan solo en el mes de septiembre, se registraron 12 hechos violentos, prácticamente uno cada tercer día.
A inicios del año, Navolato había sido relativamente tranquilo. Entre los meses de enero a mayo se registraron 29 homicidios. Sin embargo, esto cambió cuando en el mes de junio estalló la violencia en la zona y de junio a septiembre se registraron 87. En total, de enero a septiembre se registraron 116 homicidios, lo cual representa un incremento del 158 por ciento con respecto al mismo periodo de 2024, cuando se registraron 45 homicidios.
El día 19 de octubre de 2025 se registró un ataque armado en la colonia Las Cañitas, sindicatura de Villa Juárez, en Navolato. Los reportes indican que un grupo armado irrumpió en una reunión al exterior de una vivienda y abrió fuego con fusiles automáticos, lo que dejó como saldo un menor muerto y cuatro adultos heridos. Este incidente refleja la creciente capacidad de los agresores para ejecutar ataques directos en zonas residenciales del municipio, lo que genera una fuerte presión sobre los residentes y las autoridades locales.
Una crisis histórica
La violencia que se vive en Villa Juárez, sindicatura del municipio de Navolato, refleja uno de los puntos más críticos de la crisis de inseguridad que atraviesa Sinaloa desde hace más de un año, advirtió el coordinador general del Consejo Estatal de Seguridad Pública y ex presidente municipal de Navolato, Miguel Calderón Quevedo.
“De Semana Santa a la fecha ha habido semanas en las que han repuntado los acontecimientos violentos, y la gran mayoría de ellos han sucedido en la sindicatura de Villa Juárez”, explicó. Según el funcionario, este fenómeno responde en parte al impacto de la migración laboral durante la temporada agrícola, que genera un mercado de alto consumo de drogas y fortalece las disputas territoriales.
“Algunos suponen que la migración laboral genera un esquema de alto consumo de narcomenudeo y que de ahí el control territorial es importante para seguir manteniendo… una parte importante del conflicto actual es el control territorial”, señaló.
“Ha tenido que ajustarse el día a día”: cómo la violencia transforma la vida en Villa Juárez
“Así como en su momento aquí en la zona urbana de Culiacán se canceló la vida nocturna, en Villa Juárez y en otras partes de Navolato han tenido que ajustarse el día a día… inclusive en temas tan cotidianos como acudir a los centros escolares o laborales”, dijo. Calderón Quevedo comentó que los habitantes mantienen la expectativa de que las fuerzas federales tengan una presencia constante para inhibir hechos de violencia.
“Tengo información de que así lo han venido haciendo, con la expectativa de que las fuerzas federales fundamentalmente tengan alta presencia y patrullaje constante para inhibir la posibilidad de acontecimientos de alta violencia”, afirmó. El exalcalde reconoció que en Navolato el fenómeno delictivo ha crecido junto con la expansión del conflicto en el centro del estado.
“La crisis de inseguridad había tenido sus diferentes campos de batalla; en la primera etapa estuvo muy focalizada en Culiacán, pero luego migró a la periferia… y eso ha tenido repercusiones en algunos municipios del centro y del sur, como Elota y la parte alta del municipio de Culiacán”, explicó.
En ese contexto, consideró que Navolato y particularmente Villa Juárez, se han convertido en puntos estratégicos dentro de la disputa interna entre dos grupos del Cártel de Sinaloa. “Podríamos suponer que sí, que es parte de la dinámica que se ha dado desde septiembre de 2024 a la fecha, que se enmarca en esa pugna entre dos grupos del Cártel de Sinaloa”, afirmó.
Calderón señaló que la violencia en la región se concentra principalmente en tres delitos: desaparición forzada, homicidio doloso y robo de vehículos.
“Tenemos récord histórico en desaparición forzada y privación ilegal de la libertad… también una cifra de homicidios alta, no histórica pero importante, y otras incidencias como robo de vehículos que inhiben la vida cotidiana de la población”, sostuvo. Agregó que estos hechos han afectado la movilidad y las actividades diarias: “Las vecinas y los vecinos que hacen vida cotidiana ya no pueden trasladarse con la misma normalidad a sus centros laborales o escolares como antes”.
