Las cantinas de México tienen su origen en el periodo colonial, cuando aparecieron como espacios de encuentro para hombres que buscaban compañía y bebidas alcohólicas. En sus orígenes, estos locales se inspiraron en las tabernas españolas y eran visitados por comerciantes, soldados y viajeros.
Las cantinas empezaron a crecer y desarrollar una identidad propia durante el siglo XIX, cuando el país se fue consolidando y la cultura mexicana empezó a ser influenciada por Europa. Esta identidad se distinguía por contar con un mobiliario simple, un entorno de hombres y la presencia de bebidas tradicionales como el mezcal, el pulque y más tarde el tequila.
A finales del siglo XIX y principios del XX, las cantinas vivieron su época dorada, convirtiéndose en puntos clave para la socialización y la vida política. Como ocurrió con este lugar ubicado en una de las avenidas más importantes de la Ciudad de México.
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¿Cuál es la cantina de la San Rafael con más de 130 años de historia?
Se trata de la Cantina La Castellana, un emblemático establecimiento ubicado entre la Avenida Insurgentes Centro y Antonio Caso #58 dentro de la colonia San Rafael en la Ciudad de México. Fue fundada en 1892 y desde entonces se ha vuelto un ícono dentro de las cantinas más antiguas en la capital mexicana.
Originalmente se llamó La Flor Castellana y era una tienda de comestibles y otras mercancías, con una separación para la venta de alcohol puro y diversos brebajes; sin embargo, en 1914 sus dueños decidieron acortarle su nombre, llamándole como los capitalinos la conocen actualmente: La Castellana y convirtiéndose en una cantina.
Con un espacio amplio sin divisiones, con barra, contrabarra, mesas y sillas, este negocio, al igual que muchos otros, no aceptaba mujeres, no por tradición, sino que, debido a su cercanía a la Zona Rosa, era muy probable que las “mujeres de la vida galante” pudieran entrar y trastornar la paz y tranquilidad de sus clientes.
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Una cantina para poetas, cantantes y periodistas
Así como no aceptaban mujeres dentro de la Cantina La Castellana, sus dueños prohibieron el ingreso de cilindreros, cantantes, mendigos, boletos y billeteros, así como la transmisión de eventos deportivos en televisión, provocando que el negocio se convirtiera en el refugio de poetisas, periodistas e intelectuales como Renato Ludac, Álvaro Carrillo, Pablo Neruda y José Revueltas, entre muchos más.
Con una fachada clásica y acogedora, así como acabados en tonos claros y detalles en madera que evocan las cantinas tradicionales mexicanas, este establecimiento aún ofrece platillos típicos como tacos dorados, caldo de gallina, frijoles e incluso el famoso “vuelve a la vida”.
Al estar ubicada en la Ciudad de México (o área metropolitana, según contexto), Cantina La Castellana forma parte de una rica cultura de cantinas que han sido íconos sociales durante décadas.
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Con más de cuatro generaciones cruzando sus puertas, Cantina La Castellana no solo ofrece comida y convivencia, sino que preserva memoria, historias y tradición en el corazón de la ciudad. Es una parada obligada para quienes desean sumergirse en el legado de las cantinas mexicanas.
EONM
