"Chocolate, vainilla, fresa, napolitano, limón, mango o coco" son solo algunos de los típicos sabores que podemos encontrar en una tradicional heladería, un espacio donde lo frío y lo dulce convergen, otorgándole a la gente un postre tan exquisito, suave y delicioso que, no importa el clima de la ciudad, se suele disfrutar, ya sea solo o en compañía de alguien más.
De acuerdo con Martín González de la Vara, uno de los historiadores gastronómicos más importantes del país, el primer nevero mexicano que deleitó a los capitalinos con sus preparaciones y sabores fue el criollo Leonardo Leaños, quien en 1620 cocinaba este postre con leche, miel y huevo.
Actualmente podemos encontrar varias neverías y paleterías en México; sin embargo, ninguna es tan importante como este local que ha logrado conquistar y trascender el paladar de los mexicanos, compitiendo directamente con Holanda.
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¿Cuá es la historia de la paletería más importante de México?
Contexto: se trata de La Michoacana, una de las paleterías y neverías más antiguas de la Ciudad de México. Fue fundada alrededor de los años 30 en un pueblo llamado Tocumbo, en el estado de Michoacán, por Rafael Malfavón, un hombre que distribuía los productos artesanales de su pequeña paletería a los poblados cercanos.
El éxito de sus paletas de hielo se debió a que Rafael Malfavón elaboraba sus productos utilizando frutas de estación en sus ingredientes. De hecho, más del 78% de la paleta era fruta pura y eso las convertía en un manjar para las personas que las disfrutaban. La idea pronto se replicó entre familiares y amigos, lo que marcó el inicio de una red informal de paleterías que se expandiría por todo México.
Con más de 120 sabores, entre los cuales se pueden encontrar paletas de crema, paletas de leche con fruta, paletas de fruta con chile y paletas de fruta con licor, La Michoacana se ha convertido en un emblema mexicano que también ha logrado trascender fronteras y generaciones, siendo un fuerte competidor en el mercado internacional.
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El impacto de la paletería a nivel internacional
Poco a poco su éxito comenzó a despegar; para la década de los 60, cientos de habitantes de Tocumbo emigraron a otras partes del país para abrir sucursales. Estas paleterías conservaron los métodos tradicionales, lo que ayudó a posicionar a La Michoacana como sinónimo de calidad y sabor casero. Tocumbo se volvió epicentro de esta industria.
Su modelo de negocios se basó en una red de confianza y familia. No existía una franquicia central, pero compartían recetas, proveedores e incluso logotipos. Esto creó una identidad colectiva fuerte, aunque legalmente dispersa. Fue un fenómeno único: una marca reconocida internacionalmente, pero sin una empresa matriz clara.
Sin embargo, tenían un claro problema: no existía un registro claro del nombre. Esto ocasionó que en los años 90 y 2000 surgieran disputas legales entre grupos que intentaron registrar variantes del nombre y el logotipo. “La Flor de Michoacán”, “La Michoacana Real” y otras marcas competidoras empezaron a llenar el mercado.
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Con más de 15 mil paleterías en México, Estados Unidos, Guatemala, Panamá, Costa Rica y El Salvador, La Michoacana comparte con sus diferentes dueños y estilos una historia de migración, trabajo familiar y orgullo nacional. Es un símbolo de identidad y sabor, profundamente arraigado en la cultura popular mexicana.
