Pocas cosas reconfortan tanto como un plato humeante de caldo de pollo. No importa si es una tarde lluviosa, un día de enfermedad o un momento triste: este platillo tiene un poder casi mágico para hacernos sentir mejor. En México y en gran parte del mundo, el caldo de pollo se ha convertido en símbolo de cariño, tradición y bienestar, tanto físico como emocional.
Un remedio que trasciende generaciones
El caldo de pollo tiene siglos de historia. Desde las civilizaciones antiguas ya se usaban caldos y sopas como remedios naturales para recuperar fuerzas.
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En México, las abuelas han sido las guardianas de esta receta que se transmite de boca en boca, con ligeras variaciones según la región: con arroz, garbanzos, fideos o verduras, pero siempre con ese toque casero que sabe a hogar.
Más allá del sabor, su fama como “cura para todo” tiene bases científicas. Estudios han demostrado que el caldo caliente ayuda a descongestionar las vías respiratorias, hidrata, y aporta proteínas, minerales y colágeno. Pero también hay algo intangible: el cariño con que se prepara. Un tazón de caldo no solo alimenta el cuerpo, también el alma.
Quien ha recibido uno cuando está enfermo sabe que, más allá del efecto físico, el verdadero poder está en el gesto: alguien que se detiene a cocinarte algo caliente, que te ofrece consuelo en forma de comida. En eso radica su magia, en la mezcla perfecta entre nutrición y afecto.
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El lenguaje universal del confort
Cada cultura tiene su versión del caldo de pollo. En Asia, el pho vietnamita o el samgyetang coreano son sinónimo de bienestar; en América Latina, la canja brasileña o el sancocho colombiano cumplen el mismo papel. Todas comparten una esencia: son platos que sanan, reúnen y reconfortan.
En México, el caldo de pollo se sirve tanto en fondas populares como en mesas familiares. Se ofrece a quien está enfermo, cansado o simplemente con antojo de algo cálido. Es un recordatorio de que el consuelo no siempre viene en palabras: a veces llega en forma de vapor, con el aroma del epazote y la promesa de que todo estará bien.
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El Día Mundial del Caldo de Pollo celebra más que un platillo: celebra el poder del alimento para conectar, sanar y abrazar sin necesidad de hablar.
EONM
