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Papelería Lupita: 23 años haciendo frente a empresas grandes en Centro Histórico de Veracruz

Papelería Lupita es uno de los pocos negocios familiares que sobreviven en el Centro Histórico de Veracruz y resisten las bajas ventas que las empresas grandes causan al acaparar la mayoría de clientes

A veces pone de sus ahorros para mantener a flote el negocio
Lupita mantiene su papelería, pese a bajas ventas.A veces pone de sus ahorros para mantener a flote el negocioCréditos: Inés Tabal
Escrito en VERACRUZ el

VERACRUZ, VER. - Una casa con la fachada naranja y una lona que cuelga del techo es el distintivo de papelería Lupita, uno de los pocos negocios familiares que se preservan en el Centro Histórico de Veracruz. Contra todo pronóstico se mantiene en pie a pesar de las bajas ventas y de las grandes empresas que acaparan a los clientes.

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Este 26 de agosto, en Veracruz regresarán a clases más de 2 millones de estudiantes de diferentes niveles educativos. Es durante esta temporada donde las ventas para las papelerías aumentan. Según datos de la Confederación Nacional de Cámaras Empresariales (CONCANACO SERVYTUR) con el regreso a clases se espera una derrama económica de 125 mil millones de pesos en México por la compra de la lista de útiles, uniformes y otros artículos educativos. 

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Sin embargo, para los negocios pequeños como el de Juana Marta Ruiz Salcedo, esta derrama no se ve reflejada porque es en esta fecha donde menos acuden los padres de familia a comprar, asegura.

El negocio ubicado en la calle Vicente Guerrero entre Manuel Gutiérrez Zamora y Lerdo de Tejada tiene 23 años de haber sido fundado. Desde entonces la comerciante asegura que se han enfrentado a las bajas ventas, una pandemia y a que los clientes elijan las papelerías de grandes cadenas.

“Está durísimo (el regreso a clases) para los negocios chicos como el de nosotros, sí es duro, porque la mayoría de la gente se va a las tiendas grandes, pero no checan, porque creen que, porque son tiendas grandes dan barato, y hay unas que sí dan barato para que vayas y ya por ahí compras todo y a nosotros nos dejan abajo”, cuenta la mujer de 69 años.

En el caso de papelería Lupita, la temporada donde acuden más clientes es después del regreso a clases, cuando los alumnos van a mitad del ciclo y las escuelas solicitan materiales, en ese momento los padres recurren a los negocios pequeños que se ubican en sus colonias o colegios cercanos.

23 años de historia y de adaptación

En la calle Vicente Guerrero y parte de la zona centro, son pocos los negocios familiares de este ramo que se encuentran en pie, pues con el paso del tiempo y las pocas ventas cerraron, cuenta Juana. 

Al llegar al negocio de Juana se alcanza a ver una lona que describe los servicios que ofrece. Al pasar la puerta, del lado izquierdo se aprecia un mostrador de cristal con coleteros, ligas, moños, bolsas de regalo y osos. Atrás un montón de bolsos cuelgan de unos estantes y debajo hay pegamentos, pinturas, cintas, todo acomodado. 

Al lado derecho dos computadoras viejas están apagadas, aunque alquilan internet, la comerciante asegura que ya nadie las usa, porque todos sus clientes traen celulares. También vende blusas, vestidos; sacan copias, realizan trámites, vende artículos de mercería y todo lo que genere un ingreso para el negocio.

“Es papelería, tenemos internet, pero ya es muy poco, porque cuál más te lo manda (documento) por WhatsApp; tenemos un poco de mercería, de regalos, perfumes, de todo un poco. Cuando recién abrimos solo vendíamos cosas de papelería y unas cuantas cosas de regalo, pero poco a poco uno va metiendo otra mercancía, porque es necesario meter otras cosas para vender”, dice.

En el 2001 adquirió el negocio por medio de un traspaso, en esa época solo se vendían artículos escolares y conforme pasó el tiempo ingresó otros productos debido a que la venta bajó. Ahora admite que tiene un poco de todo. 

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“Vas metiendo de poquito en poquito, diferentes cosas. Antes no vendíamos ropa, pero ahora voy metiendo cosas de ropa y conforme van llegando diferentes temporadas, vas metiendo otras”.

Conforme pasaron los años mantener el negocio en pie se le ha hecho difícil, hay días en los que solo obtiene 150 pesos de ganancia, por lo que a veces tiene poner de sus ahorros para sobrevivir.

“La renta, el agua, la luz, el empleado. A veces voy poniendo de mis ahorros, como ahorita voy sacando de mis ahorros, porque no hay venta. A veces sacamos 200, 150, ahorita, por ejemplo, no sacamos casi nada. Temporada alta es para todas esas papelerías de Tony, Marchand, Tokio, todas esas”. 

Colocada detrás de su mostrador y con una sonrisa de resignación, a la adulta mayor le han dicho que cierre su negocio, ya que es más lo que pierde que lo que puede ganar, pero dice que no son las ventas por las que mantiene abierto, sino por el cariño y el esfuerzo que durante 23 años le ha dedicado.

“Me dicen que ya estoy grande, que lo deje, pero pues yo digo que tengo que trabajar, porque nada más somos mi esposo y yo, y él es pensionado, pero él es aparte y yo debo de tener mi negocio. Se siente bonito tener un local que ha durado años, pero a la vez te da tristeza porque no generas ventas”, lamenta.

Enfrentarse al cambio de mercado y sobrevivir a pandemia

Para que el negocio de Juana sobreviviera tantos años, aprendió a usar las nuevas tecnologías, como sacar copias, realizar trámites por internet y a utilizar otras herramientas, su hijo también la apoya cuando hay que realizar otras actividades que ella aún no aprende.

“He ido aprendiendo poco a poco, todavía hay cosas que no sé hacer, que lo hace mi hijo. Pero lo que es sacar actas, CURP, escanear, todo eso lo hago”. 

Además de adaptarse a los cambios en el mercado, también sobrevivió a la pandemia por covid-19, donde cerraron cientos de locales familiares porque no soportaron la nula venta. En el caso del negocio de Juana, dice que siguió atendiendo con las medidas necesarias.

“Recuerdo que colocábamos el gel y los desinfectantes a cada rato para evitar los contagios, así le fuimos haciendo, fue una época muy dura, en ese si no se vendía nada, porque los jóvenes no acudían a clases, pero aun así salimos adelante”, concluye.

MB