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El viejo: una tradición veracruzana que cae en el olvido

Una de las tradiciones que más llaman la atención en el estado jarocho es El Viejo, la cual ahora será promovida fuera de la entidad

Escrito en VERACRUZ el

VERACRUZ, VER.- Única del puerto de Veracruz y originada tras una protesta laboral el 31 de diciembre de 1875, la tradición de El Viejo se convirtió, años después, en una festividad que representa la despedida del año viejo.

En esta, adultos recorren las calles de Veracruz vestidos con un sombrero de paja, camisas de manga larga, largas barbas, máscaras y chanclas para pedir “una limosna para este pobre viejo”, al ritmo de la salsa afroantillana, lo que representaría un agradecimiento por alegrar las calles del puerto.

En grupos de hasta 10 personas, algunos conformados por familiares y otros por amigos, salen a semáforos, recorren avenidas o, como en el caso de Rogelio Pérez Álvarez, realizan el espectáculo frente al domicilio de un familiar.

Entre sobrinos, primos y hermanos, Roger –como es conocido por su academia de danza Otitia– cada 31 de diciembre se disfraza de viejo para salir en la avenida Jiménez, de la colonia Centro de Veracruz, para pedir el aguinaldo en un ambiente “completamente familiar”.

Hace más de 10 años que Roger conserva esta tradición que le fue inculcada desde niño; sin embargo, la quema del viejo relleno de paja o papel y cohetes, actividad hermana del festejo realizado por fin de año, ya no la realiza por prevención.

Vestirse y salir a bailar con el viejo, actividad que al principio se realizaba solamente el 31 de diciembre, según explica el historiador Ricardo Cañas Montalvo, hace unos años comenzó a festejarse desde el 28 o 29 de diciembre.

Recientemente, el historiador explica que la tradición ha mutado de una forma “grotesca” que la ha llevado al morbo y al olvido de la población veracruzana. “Me da mucha tristeza que, con el afán de modernizar o innovar, destruyes la identidad. Ya ni siquiera es un viejo, es una imitación”.

Esto lo menciona por aquellos hombres que, dice, en lugar de sacar a un viejo con la tonada tradicional, originada desde los ritmos cubanos, se visten de mujer y simulan los senos y trasero con globos mientras son, incluso, acompañados por una batucada.

Actualmente, las personas más involucradas en mantener y promover la tradición, que explica Ricardo Cañas, se ha transformado con el paso de los años de forma natural, son aquellas personas de la tercera edad que aún mantienen energía y que tienen gusto por la música afroantillana o por el fandango.

Un reclamo social

Al inicio, explica Ricardo Cañas, el disfrazarse de viejo y sacarlo a las calles inició como un reclamo a los directivos del muelle, quienes fueron sorprendidos por los trabajadores mientras se repartían la mercancía no reclamada.  

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“No es justo, nosotros somos los que trabajamos más”, explica el historiador que pensaron los carretilleros, cargadores y falleros que realizaban las tareas más demandantes del Veracruz amurallado.

Organizados por el también trabajador Manuel Bobril –quien terminó preso–, decenas de personas acudieron a las casas de los directivos para mostrar su inconformidad. Con latas y cencerros en manos, el 31 de diciembre de 1875 los trabajadores del muelle se manifestaron.

Sin embargo, al estirar la mano, algunos recibieron dinero. Terminada la manifestación, explica el historiador, se reunieron y, al ver el dinero recaudado, decidieron repetir el acto el siguiente año, pero ahora más organizados.

Hasta finales del siglo XIX la tradición era conocida como “el pobre viejo”, ya que, ahora caracterizados de una gran barba blanca inspirados de un Santa Claus chino, salían a bailar y pedir limosna por las calles mientras entonaban los versos al ritmo de la conga.

“Una limosna, para este pobre viejo / Una limosna, para este pobre viejo / Que ha dejado hijos / Que ha dejado hijos / Para el año nuevo / Este viejito se muere de risa / Porque a medianoche, porque a medianoche / Lo convierten en ceniza / Ese viejito ya pide su de a 20 / Pide de su a 20 para su aguardiente”.

“¿Quién hizo los versos del Viejo? No se sabe, quedaron en el anonimato”, explica Ricardo Cañas Montalvo ante los tres o cuatro versos que existen. Esta melodía se puede interpretar con instrumentos del son jarocho, o bien, a través de un video de YouTube donde los Flamers la interpretan.

Con nostalgia, el historiador Ricardo Cañas explica que esta celebración solía verse solo los 31 de diciembre desde la mañana hasta las cuatro o cinco de la tarde. En los “años dorados” de la tradición, explica que incluso sindicatos del muelle rentaban una explanada que desfilaba en la avenida Independencia.

“Los carretilleros, checadores, estibadores, cargadores, abridores, todos ellos eran muy bailadores. Los viejos, ¿no? De hecho, varios reyes del Carnaval salieron de esos sincatos”, explica con una sonrisa.

Circulaban también por Los Portales, por el Mercado y el centro, donde se exponían al sol intenso de Veracruz e, incluso, se tiraban al suelo para causar más gracia y recaudar más dinero.  

Anteriormente, explica que en el barrio de La Huaca solían cerrar la calle Manuel Doblado con una cuerda para impedir el paso de vehículos, y cuando este daba su aportación, la cuerda se retiraba mientras el viejo bailaba.

Una tradición perdida

“No puedo permitir que la gente diga que es modernización, no. Las costumbres no se pueden modernizar, puedes adecuarlas (...) pero no rompas la tradición de cantar sus versos originales o su ritmo original, porque rompes la tradición y rompes la identidad”.

De acuerdo con la maestra Palomino, habitante del barrio de La Huaca y una mujer adulta dedicada a la difusión cultural del barrio, esta tradición se ha perdido ahí, en el lugar más representativo del puerto de Veracruz de las costumbres afroantillanas.

“Mucho tiempo estuvimos haciendo el viejo tradicional con los fandangueros, pero en este lugar la tradición tristemente se ha acabado. La están revocando a otro tipo de cosas que nada tienen que ver con la alegría de los niños y las familias”.

“La verdad sí hacen fiestas, pero no es un viejo como tal. No es cultura que nació de los muelles con la gente de La Huaca que trabajaba y que pedía que estos días les dieran su aguinaldo no nada más para pasar una vida, sino su fin de año”, explica.

Por esto, es que Rogelio Pérez Álvarez no quita el dedo del renglón. Son más de 10 años que realiza la actividad con su familia para, explica, disfrutar de la festividad del fin de año.  

Esta celebración la realizan desde las 10 de la mañana hasta las 4 o 5 de la tarde el 31 de diciembre, ya que dice, más tarde es imposible por la inseguridad que actualmente atraviesa la ciudad de Veracruz.

Razón por la cual, cree, que el Viejo y La Rama, se han perdido con el tiempo. “Ya ahora que soy padre de familia, que soy de los mayores de los primos, pues hago esto”, explica, ya que es un adulto de 60 años.

“Nosotros no cerramos calles con ninguna cuerda. Nada de que ‘párense para que nos den’, no para nada, porque nos ponemos afuera de la casa de una tía. Ponemos música tradicional del Viejo, villancicos de música afroantillana como es de Willie Colón, de Héctor Lavoe, de Celia Cruz, en fin”.

También, explica, utilizan música variada ya que, además de que él suele disfrazarse de viejo, sus primos se disfrazan de mujeres o de bebé, en representación al año nuevo que “apenas viene naciendo”, una costumbre que dice Ricardo Cañas, tiene alrededor de 10 años.

“Es una tradición muy bonita. Yo creo es algo muy importante que debemos mantener la tradición que poco a poco se ha perdido, como La Rama (...) Nosotros lo hacemos por la diversión y mientras las señoras preparan la comida y todos nos ayudamos”, explica Roger con una gran sonrisa.