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El Cajón, la resistencia de artesanos desalojados del malecón de Veracruz

Los artesanos de “El Cajón” fueron desalojados por autoridades municipales y estatales de las inmediaciones del malecón, donde tenían sus puestos, durante la administración del entonces gobernador de Veracruz, Fidel Herrera Beltrán. En el 2007 los reubicaron en ese lugar

Comerciantes y artesanos locales resistieron al desalojo por parte de las autoridades
Artesanos de El Cajón, desalojados hace 10 años del malecón.Comerciantes y artesanos locales resistieron al desalojo por parte de las autoridadesCréditos: Inés Tabal G.
Escrito en VERACRUZ el

“Aquí no hay nada chino”, dice Everardo, artesano de la Plaza de Artesanías “El Cajón”, un pequeño espacio ubicado en la calle Comodoro Manuel Azueta, frente al malecón de Veracruz y que desde hace 16 años, cien comerciantes ocupan para vender las artesanías que ellos fabrican, luego de ser desalojados y reubicados en ese sitio.

Los artesanos de “El Cajón” fueron desalojados por autoridades municipales y estatales de las inmediaciones del malecón, donde tenían sus puestos, durante la administración del entonces gobernador de Veracruz, Fidel Herrera Beltrán (2004 al 2010), en el 2006 los reubicaron en ese lugar y les prometieron construirles una plaza de artesanías, algo que nunca pasó.

Everardo Cerna Soria fue uno de los artesanos que presenció el desalojo, tiene 24 años dedicándose al oficio, pero antes trabajó como pescador, una actividad que dejó debido a una lesión en la tibia y el peroné que lo obligó a buscar otra manera de vivir para mantener a su familia.

Con 71 años, pasa sus tardes sentado en su local, donde fabrica aretes, collares, pulseras y servilleteros, con conchas, estrellas de mar, caracoles y piedras brillantes, para ganar unos cuantos pesos.

El oficio de las artesanías lo aprendió a base de prueba y error, nadie le enseñó, solo él y su curiosidad, además de la necesidad. En aquel tiempo la llegada de turistas al puerto de Veracruz era más y no había tanta competencia, lo que le permitió mantener a su familia.

Con mucha paciencia, el hombre de bigote pronunciado y pelo canoso escoge meticulosamente los caracoles que ocupará para fabricar unos aretes, ambos pares deben de ser lo más parecido posible, para el gusto de los turistas.

“Trabajo más la concha y el caracol que otra cosa. Voy haciendo la mercancía que me hace falta y poco a poco me voy surtiendo. El material que utilizamos se lo compramos a proveedores, personas que viven a la orilla de la playa que juntan sus caracoles, sus conchas, igual como si fuera un agricultor”, dice.


La lucha por tener un lugar donde vender

Everardo no tiene la necesidad de comprar artesanías para revenderlas, pues todo lo que está en su local lo fabricó. Dice que no le afectó el desalojo que personal del ayuntamiento de Veracruz, con apoyo de la Marina-Armada de México, hizo a comerciantes el pasado 3 de octubre, pues nunca salía al malecón a vender su producto; no obstante, recordó aquella ocasión donde pasaron por lo mismo.

“Nosotros antes estábamos allá afuera, entonces un día venimos a trabajar y ya no nos dejaron poner, estuvimos haciendo marchas, fue en tiempos del gobernador Fidel Herrera y por eso estamos aquí adentro, este terreno no es de nosotros, nos lo prestaron”, agrega.

Tras el desalojo, el exgobernador Fidel Herrera Beltrán, los reubicó en ese lugar por comodato de un año, en ese entonces eran 400 comerciantes, tras vencer el plazo intentaron desalojarlos, pero pusieron resistencia, algunos se fueron luego de que les ofrecieron dinero para que desalojaran, asegura.

Tomás, artesano con más de 30 años de experiencia y comerciante de “El Cajón”, quien también estuvo presente en el desalojo, dice que muchos de los vendedores eligieron tomar los 3 mil pesos que les dieron para que se movieran del sitio, pero cien no aceptaron.

Los cien vendedores que se quedaron estuvieron 3 meses dentro del lugar para evitar que los desalojaran, sin salir ni un día, pues afirma que si salías ya no volvías a entrar, durante ese tiempo sus familias les llevaron comida, ropa, despensa y todo lo que necesitaran para continuar con su lucha.

Conforme pasó el tiempo y las autoridades veían que no desistían, accedieron a que se quedaran en ese lugar, mientras que los otros 300 vendedores fueron reubicados debajo del puente Morelos, frente a los edificios de correos y telégrafos, algo que como era de esperarse, no funcionó, ya que no obtenían las mismas ventas.

“No funcionó porque ahí no van turistas, los turistas están aquí en el malecón, ahí nadie les iba a comprar, por eso de nuevo se instalaron donde mismo”, añade Tomás.

Con el paso de los años, los cien comerciantes de “El Cajón” construyeron sus locales con techos de láminas, tablas y pintaron la barda que rodea el sitio, para que los turistas los ubicaran con más facilidad, aunque no pagan por ese espacio, hay algunos que rentan sus locales para obtener ingresos, pero la mayoría de los trabajadores son familia que tienen varios años de dedicarse a este oficio.

La promesa de la plaza que nunca llegó

Tomás menciona que el exgobernador, Fidel Herrera, les prometió construir una plaza de artesanías durante su campaña y después de que los quitara. Este sitio estaría en el lugar donde está la escuela Centros de Estudios Tecnológicos del Mar (CETMAR), pero esa promesa nunca llegó, por lo que decidieron no dejar “El Cajón”.

El 19 de noviembre del 2009 volvieron a desalojarlos, esta vez fueron cien comerciantes que se encontraban en los bajos de la Torre Pemex, el operativo fue apoyado por la entonces policía Intermunicipal Veracruz-Boca del Río, personal antimotines y la Marina. 

De nueva cuenta los comerciantes pedían un lugar donde trabajar y exigieron al entonces alcalde priísta, Jon Rementería, la construcción de la plaza que les prometió Fidel Herrera, sin tener respuesta.

“Esto del desalojo a comerciantes es algo común, cada que hay una nueva administración los quitan, pasa un tiempo se les olvida y vuelven a lo mismo”, asegura Tomás.

De acuerdo con Tomás, desde que inicio en la venta de artesanías, el comercio en la zona del malecón creció muy rápido y muchos ni siquiera vendían artesanías típicas, sino productos importados, todo esto sin tener un control o un límite de personas que pudieran establecerse en el sitio.

Esto hizo que muchas personas ocuparan gran parte de la Plaza del Malecón, todo permitido por las autoridades municipales y líderes de vendedores que cedían los espacios a cambio de un pago, aunque asegura que la actividad debe de estar regularizada, para que exista un orden y control de los comercios que se establecen, también añade que hace falta un lugar para que se puedan vender su producto.

mb