En los últimos meses he leído libros que se alejan un poco de mi realidad actual. Me he centrado en aprender sobre la maternidad desde una postura feminista y cómo esta perspectiva transforma la manera en que una mujer puede ver el mundo. Aunque no soy madre, creo que siempre es valioso estar informada sobre lo que ocurre a nuestro alrededor.
En un artículo que escribí hace poco, decidí por primera vez abordar el tema de la maternidad, algo completamente nuevo para mí, desde la perspectiva feminista que ahora comparto. Mi búsqueda comenzó con Esther Vivas y su libro “Mamá desobediente. Una mirada feminista a la maternidad”. Sin tener experiencia previa, adopté parte de su postura, pues no contaba con otras referencias para comparar.
Recientemente conseguí el libro de Catalina Ruiz-Navarro, una de las autoras que más ha influido en mi camino. En 2019, su libro “Las mujeres que luchan se encuentran” marcó un antes y un después en mi vida. Este ensayo de 573 páginas no solo me llenó de sabiduría, sino que también transformó mi perspectiva sobre mi realidad y el tipo de vida que quería construir.
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Lo que más me impactó de su obra fue que todos los datos y experiencias abordados estaban centrados en Latinoamérica, algo que me ayudó a conectar profundamente con el tema y con el trabajo de Catalina como activista, columnista y autora.
Ahora, en 2024, Catalina me deslumbra nuevamente con su ensayo “Deseada. Maternidad feminista”. Este libro de 473 páginas ofrece otra postura interesante sobre lo que significa la maternidad, una experiencia que no sé si viviré en algún momento, pero que considero fundamental entender desde una perspectiva política y social.
Al igual que su obra anterior, este libro está basado en datos de Latinoamérica, con un enfoque particular en México y Colombia. Catalina, nacida en Colombia, vive y trabaja actualmente en México, lo que refuerza su conexión con ambos contextos.
Gracias a estas autoras, he podido construir una postura más clara y una opinión más informada sobre la maternidad en nuestro país. No me refiero tanto a la experiencia emocional de ser madre, ni a las diferentes formas de vivir la maternidad, porque entiendo que no puedo, ni debería, opinar sobre algo que no he vivido.
Sin embargo, coincido con ambas en que la maternidad no puede ser vista únicamente como un asunto personal. Para cambiar su rumbo y garantizar los derechos de las madres y los bebés, es necesario abordarla como un tema colectivo y político.
Un aspecto fascinante en los libros de ambas autoras es el enfoque que dan a la lactancia. Para Esther Vivas, la lactancia a “libre demanda” y la reducción en el uso de fórmulas infantiles son pilares de la maternidad feminista, ya que combaten el capitalismo y priorizan la salud del recién nacido.
Catalina Ruiz-Navarro, por otro lado, señala que lactar a “libre demanda” también puede ser una conducta promovida por el sistema neoliberal y patriarcal. Desde su perspectiva, es esencial garantizar que las madres puedan alimentar a sus bebés sin renunciar a su vida laboral, social o política. Ambas posturas son enriquecedoras y respaldadas por datos sólidos.
Otro tema relevante en ambos ensayos es el parto y las cesáreas. Esther Vivas defiende los beneficios del parto natural y en casa, destacando la comodidad de la madre y el bebé en un ambiente familiar, con mínima intervención médica. Su postura también está respaldada por el historial de altas tasas de mortalidad materna en contextos médicos pasados, donde las parteras solían tener mayor conocimiento sobre el parto.
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Por otro lado, Catalina Ruiz-Navarro resalta cómo los avances médicos han permitido que las mujeres puedan dar a luz con mayor seguridad, eligiendo el entorno que les brinde tranquilidad y comodidad. Ambas autoras coinciden en que las mujeres deben tener toda la información necesaria para tomar decisiones libres y conscientes.
Más allá de los temas específicos, ambas autoras comparten un objetivo común: visibilizar que la maternidad debe ser dignificada, liberada de las violencias estructurales y tratada como un tema de relevancia colectiva. Esto implica garantizar que tanto las madres como los bebés tengan las mismas libertades y comodidades que cualquier otra persona, algo que, aunque en teoría ya deberían tener, en la práctica está lejos de lograrse.
Mi postura, ahora más clara gracias a estas lecturas, es que comprender los aspectos sociales y políticos de la maternidad es fundamental para construir una sociedad más equitativa. Vivimos en un mundo político y capitalista donde el acceso a la información es clave para impulsar cambios que beneficien a todas las personas gestantes. Aunque no soy madre ni sé si lo seré, creo que es indispensable que este tema forme parte de las discusiones colectivas para avanzar hacia una maternidad más digna y libre.
mb