La idea de pretender y adaptarnos a diferentes contextos sociales, podría parecer una parte ventajosa en diferentes áreas de nuestra vida, qué tal, ser exitoso en el trabajo porque desarrollaste una personalidad amable y dedicada, o tal vez, alcanzar popularidad porque tienes la habilidad de hacer reír a tus compañeros aún cuando no estás de ánimo. La psicóloga Elena Sanz, señala que todo esto parte de la idea de encajar socialmente y empatar en los parámetros de lo que es considerado “normal”.

Sin embargo, puede generar un conflicto de identidad que desemboque en depresión, ansiedad o síndrome de burnout; esta adaptación social es empleada por una gran parte de la población, sin embargo, este término visibiliza prioritariamente el esfuerzo de las personas que se encuentran en el espectro autista y que intentan moldear su comportamiento.

La psicóloga Elena Saenz, señala que las personas neurodivergentes tienen un entendimiento e interpretación diferente de la realidad, y aunque esta percepción sea igual de válida que la del resto, es común que sean incomprendidas y rechazadas, por lo que el masking podría parecer una solución, sin embargo, a largo plazo, resulta una práctica perjudicial. 

¿Cuáles son algunas señales para identificarlo?

  • Realizar gestos o expresiones faciales que resultan exageradas.
  • Cuidar en exceso el tono de la voz con la finalidad de hacer la plática más atractiva para quien nos está escuchando.
  • Dedicar mucho tiempo y esfuerzo en pensar qué, cómo y en qué momento decir las cosas, con la finalidad de no parecer bruscos, sino mantener una imagen prudente y respetuosa.
  • Obligarse a mirar a los ojos al conversar.

¿Cuáles pueden ser las consecuencias del masking?

  • Cuando se utiliza de manera constante el mastina y se vuelve parte del diario en nuestra vida, puede derivar en episodios de ansiedad y depresión, pues la persona dedica una gran cantidad de esfuerzo y energía en modificar sus sentimientos e impulsos por otros que realmente, no representan el verdadero deseo de la persona. 
  • Sentirse agotados constantemente, pues en situaciones de convivencia, se requiere pretender y mantener una actitud que puede terminar haciéndoles sentir vacíos, abrumados y cansados, orillando a las personas a tomar tiempos a solas para despejarse, recargar energías y poder continuar con la actitud planeada.

  • Perder las partes sustanciales de una conversación o momento. El individuo se encuentra constantemente tan inmerso en sus pensamientos y objetivos que tiende a no prestar la atención debida en lo que acontece alrededor. La energía y el esfuerzo, van trazados hacia dónde sentarse, cómo actuar, qué decir, en qué momento hablar, qué tono de voz utilizar, obligarse al contacto visual o cómo lucir de tal o cuál manera.

El problema más importante, acota la psicóloga, es que esta estrategia en realidad no alivia ningún aspecto de la vida de la persona, tampoco aporta ni ayuda a solucionar el miedo al rechazo, todo lo contrario, este tipo de comportamientos perpetúan el concepto de lo que es normativo e inválida el gran abanico que existe de emociones y personalidades; el masking inválida tu visión del mundo y la adapta a la de otros. 

A.D