PRIMAVERA

Así es el ritual para recibir el equinoccio en la zona arqueológica de la sierra otomí-tepehua

En la zona arqueológica de Tzacuala, ubicada en Acaxochitlán, herederos de conocimiento ancestral reciben el equinoccio con un ritual ceremonial a los cuatro rumbos, ya que esta fecha marca el comienzo del ciclo agrícola

La ceremonia se realiza cada equinoccio desde 1996.Créditos: Cortesía
Escrito en HIDALGO el

Acaxochitlán.— El equinoccio es una fecha importante para muchas culturas, ya que marca el inicio de una nueva estación y simboliza el renacimiento y la fertilidad en la naturaleza. En el pueblo mágico de Acaxochitlán esta celebración adquiere un significado especial debido a la tradición ancestral de hombres y mujeres medicina que llevan a cabo una ceremonia única para dar la bienvenida a la primavera y al ciclo agrícola.

Desde 1996 se realiza la ceremonia, en la que personas dedicadas a la medicina tradicional y guardianes del espacio hacen el ritual de permiso a los cuatro rumbos en el basamento de la Zona Arqueológica de Tzacuala. Se ofrenda semillas y flores para dar comienzo a la temporada de siembra, de acuerdo con el promotor de la medicina tradicional, Fulgencio Vargas Vargas.

“Para algunas culturas el ciclo agrícola inicia desde el 19 de marzo y con el cambio de estación deja descansar la tierra y comienza la fertilidad, el tiempo para producir, este periodo indica el comienzo de la siembra con la semilla que se seleccionó el 2 de febrero. Con la ceremonia del 21 de marzo, estamos tratando de rescatar tradiciones y reactivar la memoria colectiva de algunos pueblos, ya que en algunas comunidades realizan los procesos, pero desconocen el significado”.

Bastón de mando y ceremonia

El equinoccio en Acaxochitlán comienza con la preparación y ceremonia de purificación de los bastones de mando, símbolo que se obtiene de una madera resistente, que representa la rectitud, honestidad y servicio plural a la comunidad, y se entrega a personas que se han hecho notar por actividades de servicio comunitario.

Crédito: Cortesía

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“Dos asociaciones civiles en el municipio son las responsables del resguardo y entrega del bastón, el cual se entrega una sola vez en la vida, es un elemento personal que no se hereda, y que implica una responsabilidad y compromiso de lucha por los derechos y necesidades de los pueblos indígenas para la preservación y difusión de las tradiciones”.

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Una vez establecido la entrega del bastón de mando, hombres y mujeres medicina, así como los guardianes del espacio, se reúnen al mediodía en Tzacuala para realizar el ritual de permiso a los cuatro rumbos, donde se pondrá una ofrenda en el montículo prehispánico del sol y se instalará un “Tlamanalli” en el basamento de la zona arqueológica, para lo cual se pide a los asistentes aportar semillas y flores que se puedan ofrendar y al finalizar la dinámica de conexión y relajación con la naturaleza.

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“La encomienda la realizan curanderos de la región, hombres y mujeres que usan elementos naturales para el ejercicio de la medicina tradicional. Otras actividades son cantos, música prehispánica y danzas para agradecer lo que se otorgó en un ciclo y pedir a la tierra abundancia. La ofrenda en tierra y mesa”.

La ceremonia de permiso a los cuatro rumbos es abierta al público, los asistentes podrán llevar flores y semillas como ofrenda a la tierra y llevar alimento para compartir en un convivio en la zona arqueológica que, de acuerdo con el médico tradicional Fulgencio Vargas, es una réplica de Teotihuacán.

Tzacuala es una maqueta en pequeño de Teotihuacán, prueba de ellos son los vestigios prehispánicos; suponemos que el espacio estaba dedicado a Tláloc por las características de los braceros, ya que la mayoría tienen motivos dedicados al agua y sabemos que era un lugar donde existían cuerpos de agua, con el tiempo fue abandonado y los habitantes se ubicaron en Santa Ana Tzacuala”.

Posterior a las actividades en torno al equinoccio, el 3 de mayo, Día de la Cruz, se ofrendan en los campos y terrenos de cultivo el maíz dulce para que crezca grande y sea abundante en la cosecha, seguido de las celebraciones de San Isidro, San Juan y San Pedro, para llevar obsequios a los manantiales correspondientes a fechas marcadas en el calendario agrícola y religioso.

“Buscamos la conexión con la tierra y el universo, para sanar la tierra y a nosotros mismos y para hacerlo hay que trabajar cuerpo, mente y alma para escuchar el llamado de los abuelos. Es tiempo de hablar con los jóvenes y de escuchar a los viejos, es un momento de estar en paz y de seguir con esta tradición y rescatar, no lo antiguo, sino con aquello que nos vincula directamente con el cielo y la tierra; los abuelos sabían leer las estrellas, el tiempo, el clima, a los animales y a la vegetación, eran hombres y mujeres sabias, ahora el ruido y tanta información nos desconecta de la realidad, por eso es importante reconectarnos y estar en unión con el universo”.

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