PACHUCA.- Gracias a su ubicación geográfica, la ciudad de Pachuca se encuentra rodeada de muchos cerros que esconden diversos secretos cada uno en espera de ser descubiertos o contados, como la llamada Cueva de la Fiera que se dice fue habitada por un famoso ladrón hace aproximadamente 41 años.
Fue el cronista Juan Manuel Meneses Llaguno quien rescató la crónica del presunto criminal, quien además de las múltiples fechorías que se le señalaron, era bastante conocido por su apariencia, pues era descrito como un gigantón de un metro 98 centímetros y más de 130 kilogramos de peso.
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Su nombre fue Bernabé Sierra y a decir de relatos de quienes convivieron o superan de él, algunos habitantes de Pachuca del siglo XIX lo consideraban un verdadero héroe popular gracias a las hazañas que logró, aunque otros expresaban su molestia y rechazo al escuchar de él, pues decían que era un delincuente.
Gracias a esa conducta llena de crímenes, el hombre había pasado más más de la mitad de su vida en celdas, como las de la Cárcel Nacional en la antigua Calle de las Estaciones, ahora Allende; o la penitenciaría del Estado donde hoy se alberga a la Fototeca Nacional; aunque logró salir a los 48 años de edad.
Un hombre que quiso regenerarse, pero no salió tan bien
Fue en 1893 cuando Bernabé Sierra cumplió su última sentencia, que en total le arrebataron 32 años de su vida; sin embargo, quiso regenerarse y para ello buscó un empleo que consiguió en la mina Rosario, donde tuvo el puesto de ademador que desempeñó sin problemas por su altura y fuerza que le valían para colocar travesaños.
Sus delitos no eran lo único que lo perseguían, también sus ronquidos
A decir de algunos reclusos de la Cárcel Nacional y la penitenciaría del Estado, su corpulento compañero de celda no hacía más que causar desagrado, pues las decenas de delitos que cometió no eran lo único que lo perseguían y daban reputación, pues también era concedió por sus ruidosos ronquidos.
Problema que no pudo quitarse una vez libre, ya que fue prácticamente corrido por sus vecinos quienes igual se quejaban que no podían dormir por lo escandaloso de los jadeos del hombre, primero en la caseta de vigilancia de la mina donde consiguió trabajo, después en el barrio de San Juan de Pachuca.
Bernabé Sierra hizo un tercer intento de asentarse como cualquier ciudadano normal y llegó hasta el cerro Cuixi, donde encontró un terreno que supo nadie reclamaba como suyo y levantó otra vez su pequeña casa de apenas 2 habitaciones; pero, aunque ninguna vivienda estaba cerca, los perros se hartaron de sus ronquidos.
Por lo que fue desalojado y harto, el conocido criminal decidió irse aún más lejos de la ciudad, sin importarle que iba a caminar mucha distancia hasta su trabajo, y fue así como llegó hasta el antiguo Real de Minas, donde finalmente encontró una cueva debajo de las peñas que conforman las faldas del cerro San Cristóbal.
Por eso se llama la Cueva de la Fiera
Aquel expresidiario tuvo que trabajar muy duro para poder tener un techo, aunque no construido por humanos, ya que en su lugar limpió la cueva de los murciélagos y animales ponzoñosos que había, pero pudo tener un sitio donde llegar tras sus jornadas en la mina Rosario que lo recibió tras salir de la cárcel.
Pero con lo que no contaba es que el eco de la caverna iba a magnificar sus ya de por sí ruidosos ronquidos, de los que algunas personas de la época aseveraron que algunas noches podían escucharse hasta el barrio El Arbolito, por lo que el sitio empedrado se ganó el nombre de Cueva de la Fiera.
Aunque Bernabé Sierra ya no fue molestado por la autoridad local que lo corrió de sus casas pasadas y al fin pudo tener una vida como la planeó tras salir de la cárcel por sus diversos delitos; en ese sentido, el cronista asentó que el conocido criminal murió en el año de 1913, con 68 años de edad.
cem