PACHUCA. - Durante más de 4 décadas, Ramiro Estefes Velasco ha participado de manera intermitente en las peregrinaciones que se realizan de Estación Apulco, en Metepec, Hidalgo, hacia la Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México, como muestra del fervor que guarda hacia la virgen.
Describe a Santa María de Guadalupe como su “segunda madre” y asegura que la creencia y la fe que tiene en ella es lo que lo mueve a diario, pues ha obrado grandes favores en su vida y en la de las personas que lo rodean.
Ramiro relata que la Virgen de Guadalupe ha sido un pilar muy importante en situaciones difíciles que ha vivido durante su existencia, sobre todo, cuando su esposa y su hijo sufrieron un accidente muy fuerte y él se encomendó a ella para sacarlos adelante, y, afortunadamente, se recuperaron.
Te podría interesar
“Los que somos creyentes consideramos que es un milagro. […] He recibido favores que le he pedido, a mi esposa se le fracturó la pelvis en 3 partes y a mi hijo Cristian sus 2 piernas, no podía quedar, batallamos, pero por la bendición de Dios y de la Virgen nos mandaron un médico canadiense y fue el que sacó adelante a mi hijo, y a mi esposa también unos médicos le hicieron la cirugía que necesitaba”.
Hace no mucho, también se encomendó a ella para pedir por su hijo, y como agradecimiento, el pasado 4 de diciembre emprendió la peregrinación a pie desde Estación Apulco hacia la Basílica, a la que arribó, junto con el resto de los creyentes, el 8 del mismo mes: “Esa era la promesa por los bienes cumplidos por la Virgen”.
En un lapso de 45 años, Ramiro Estefes a peregrinado hacia la Ciudad de México de forma intermitente, junto con centenares de personas que se van sumando a lo largo del recorrido, que además pasa por Tortugas y Cañada de Flores, a quienes une un mismo fervor.
“Ahí todos somos hermanos, no somos desconocidos, si no los conoces, pues los atiendes, les das de comer si te sobra o les das si no tienen, hay gente que a veces va sin un centavo, y les preguntas qué se les ofrece. Es la hermandad lo que nosotros predicamos en esa peregrinación”.
La devoción hacia la Virgen del Tepeyac nació prácticamente desde la cuna, pues su madre siempre les inculcó esa fe y la sigue profesando hasta la fecha.
Fervor y devoción
El 12 de diciembre es una fecha muy importante en el calendario de los fieles católicos de México, pues está marcado como el Día de la Virgen de Guadalupe, en el que miles de peregrinos en el país acuden a las iglesias para rendir tributo a la “Morenita”.
La tradición data desde 1531, cuando la Virgen María se le apareció a un indígena llamado Juan Diego en el cerro del Tepeyac y le pidió que le construyera un templo en ese lugar para ser venerada.
Según los relatos, fueron cuatro apariciones de la “Morenita” ante Juan Diego, que para hacer que el obispo fray Juan de Zumárraga le creyera le llevó un ayate con rosas, flor que estaba fuera de temporada, y al abrir la prenda, se reveló la estampa, milagrosamente plasmada, de la Virgen de Guadalupe.
Este hecho fue uno de los detonantes más relevantes para la evangelización de México, pues el lugar de las apariciones también fue muy significativo, dado que el cerro del Tepeyac era el sitio donde anteriormente se veneraba a Tonantzin, diosa azteca cuyo nombre significa “nuestra madre” en náhuatl, y la imagen plasmada en el ayate, que actualmente se conserva en la Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México, presenta rasgos mestizos.
La devoción ha traspasado fronteras y en diversos países del mundo se puede encontrar al menos una imagen de la Virgen Morena en las iglesias más importantes, pero en México, y en Hidalgo, el fervor también se manifiesta de diversas maneras, y no son pocos los que aseguran haber recibido favores de la “madre de México”.
La virgen ha sido su fortaleza
Marisela Mendoza Solís no puede evitar que su voz se quiebre cuando habla de su esposo y su hijo fallecidos hace casi 3 años. Las cosas no han sido iguales desde entonces, admite, pero su tristeza y dolor han encontrado consuelo en su devoción a la Virgen de Guadalupe.
“A mi esposo le gustaba participar en las festividades de la Virgen, él era muy creyente. Ya pasaron más de dos años y siento que cada día me duele más, pero hay un gran Dios, y le pido a él y a la Virgen que me den ánimos y fuerza para salir adelante, y lo estoy haciendo”.
Estas fechas en torno a las festividades del Día de la Virgen de Guadalupe son difíciles, pues solía caminar en la peregrinación junto con su esposo, además de dar de desayunar a los fieles cuando pasaban por la localidad de Tortugas, una actividad que continúa realizando a la fecha.
“Para mí es bonito, pero también es feo, porque yo ya no veo a mi esposo y a mi hijo, yo los perdí a los 2 juntos, pero le doy gracias a Dios de que mi familia, la que está aquí todavía, está contenta, y por eso se me quedó hacer una fiesta aquí a la Virgen”.
Marisela, junto con su familia, lleva cerca de 25 años alimentando a los peregrinos en su camino de ida hacia la Basílica de Guadalupe, y el 8 de diciembre, sin falta, día en el que llegan a dicho santuario, también los esperan para repartirles comida de manera gratuita y gracias a las aportaciones de algunos vecinos.
El fervor también viene de familia, pues señala que su padre lleva más de 30 años caminando con la peregrinación, mientras que su otro hijo se ha sumado en los últimos 7, y considera que la fe hacia la “Morenita” sigue siendo muy fuerte al menos en su comunidad.
“Yo veo que a la Virgen de Guadalupe le tienen mucha fe, veo muchos niños que van vestidos, yo al menos en mi persona siempre le pido que me dé resignación, yo siempre fui una mujer muy alegre, a mí se me había apagado esa luz, pero Dios no me ha dejado sola nunca y yo digo ‘¿por qué no dar un poquito de mí que pueda ayudar a las personas?’”.
Marisela cree firmemente que Dios y la virgen siempre están escuchando, por lo que invito a las personas a mostrar su fe, como lo hará ella este 12 de diciembre cuando organice un festejo que iniciará con un rosario, una misa en Metepec y finalizará con una comida que compartirá con familiares, amigos y conocidos, en honor a la Morenita del Tepeyac.
jgp