HURACÁN OTIS

Estudiantes de la UAEH sobrevivieron a Otis en un hotel, en la calle y sin ayuda

Estudiantes de la Universidad Autónoma de Hidalgo acudieron a la Convención Internacional de Minería cuando el Huracán Otis arrasó con Acapulco

Los universitarios se tomaron una fotografía como prueba de vida para sus familiares.Créditos: LSR Hidalgo
Escrito en HIDALGO el

Pachuca.— El aire del Huracán Otis desprendió unos segundos un techado, se cuartearon las paredes y luego regresó a su lugar, al mismo tiempo plafones caían, volaban objetos, el agua escurría como cascada por las escaleras, lavaba la sangre que se había impregnado en los vidrios rotos, el edificio de 18 pisos se estremecía como si fuera un terremoto. El caos había empezado unos minutos después de la media noche, recuerda Guineth Cuevas, una estudiante de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) que estaba en Acapulco por la Convención Internacional de Minería México 2023.

Guineth fue afortunada, dice que al menos ella, su novio y otros compañeros de la Licenciatura Minero Metalúrgica sobrellevaron las ráfagas de 250 kilómetros adentro de un edificio; tres de sus compañeros no corrieron la misma suerte, se trasladaban en un autobús de la Zona Diamante al hotel Gama Acapulco Copacabana cuando Otis tocó la costa. Nadie les advirtió que debían resguardarse, aunque cuatro horas antes funcionarios de Guerrero inauguraron la convención de minería, la gobernadora Evelyn Salgado canceló de última hora.

El informe oficial refiere que el Huracán Otis tocó la costa a las 12:25 del miércoles 25 de octubre, hasta el momento se ha confirmado del deceso de 45 personas y 58 desaparecidos, además de pérdidas económicas que no se han terminado de contar.

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Guineth afirma que durante y después del huracán, ella y sus compañeros sobrevivieron con sus propios recursos, los dejaron a la deriva las autoridades de gobierno, el personal del hotel y la agencia de viajes que contrataron para su estancia en Acapulco.

“Nadie nos dijo que nos resguardáramos”

La joven narró que el domingo aproximadamente a las 3 de la tarde el grupo de 19 alumnos y dos maestros de la UAEH llegó a Acapulco. El pronóstico del tiempo era de lluvias intensas por una tormenta tropical. El lunes empezó el registro a la convención, se realizó un tazón de minería y metalurgía, los hidalguenses calificaron a la siguiente ronda.

Fotograma, cortesía de los estudiantes de la UAEH

El martes amaneció nublado, banderas rojas a lo largo de la costa indicaban marea alta. A las 7:00 de la mañana los estudiantes se trasladaron nuevamente a la convención, que se llevaba a cabo en Mundo Imperial, a 15 kilómetros del hotel Copacabana en el que estaban hospedados. Después del registro, celebraron la final del tazón de conocimientos, los alumnos de la UAEH quedaron en tercer lugar en dos categorías. El grupo salió el centro de convenciones, hacia demasiado calor pero llovía fuerte, buscó un lugar para comer y luego regresó a la inauguración, que empezó una hora y media tarde, a las 7:30 de la noche.

“En inauguración se escuchaban los truenos pero no nos preocupábamos realmente tanto y nos habían comentado en la inauguración que se encontraba la gobernadora pero que se tuvo que retirar por la situación, pero en ningún momento nos informaron que esto iba a evolucionar a un huracán, ya hasta que salimos yo le digo a mis compañeros es que dicen que va haber un huracán, pero la verdad es que no estábamos asustados… yo les preguntaba a los que eran de ahí y ellos decían que era normal, es una fuerte lluvia y ya”.

Entre las 10:30 y 11:00 de la noche Guineth, su novio y otros estudiantes abordaron los autobuses para trasladarse al Copacabana, el aire se había intensificado y la lluvia también, pero en la calle no había barricadas de esas que contienen las inundaciones, los ventanales no tenían protección, no había alarmas, patrullas, protección civil, Guardia Nacional o bomberos.

Fotograma, cortesía de los estudiantes de la UAEH

Aunque a las 8:25 de la noche, el presidente Andrés Manuel López Obrador compartió un tweet dirigido a la población de la Costa Grande de Guerrero, en el que confirmaba que el Huracán Otis entraría al territorio con categoría 5, entre las 4 y 6 de la mañana.

“Sentías que un buen de hojas te pegaban, las ramas. Yo que soy de una complexión mediana me empujaba el aire, ya se habían caído marcos de aluminio de un edificio que estaba ahí cercano, había palmeras chicas rotas, pero las pequeñas. No estábamos asustados, la verdad”.

Fotograma, cortesía de los estudiantes de la UAEH

Antes de subir a las habitaciones, que estaban en el piso 12, los jóvenes se detuvieron en un Oxxo, pasaban las 11:00 de la noche y habían recibido en sus teléfonos celulares un mensaje de que se acercaba un huracán, pero las personas a su alrededor actuaban con normalidad.

“En el hotel solo estaba una persona en recepción, nos dejaron subir en los elevadores, no había ninguna medida de protección, ellos no habían guardado su mobiliario de la alberca, no habían encintado las ventanas, absolutamente nada… en cuanto salimos del elevador, una familia, el papá, la mamá y una niña como de uno dos o tres años, nos dicen ¿ustedes qué saben del huracán?, saben si nos van a llevar a refugiar. La verdad no sabíamos nada, lo único que comentamos es que se metieran al baño de sus cuartos y ya, porque yo asumí que si el hotel no nos había informado era porque estaba bajo control, que no esperaban que fuera algo tan grande”.

“Pensamos que ahí nos íbamos a quedar”

Después de la medianoche, uno de los jóvenes que participó en el tazón de conocimientos pidió a sus compañeros hacer una maleta pequeña con sus pertenencias y encerrarse en el baño, para ese momento, Guineth confundió el sonido del aire con una alarma, cerró las cortinas, colocó dos sillas de madera y se dispuso a hacer la maleta cuando la ventisca arrancó el cancel, quebró el ventanal dando paso a remolinos de aire y agua.

Fotograma, cortesía de los estudiantes de la UAEH

“Me paré de la cama a cuando estalló el cristal, no tomamos nada, más que el celular de mi novio y mi Ipad, mi celular ya había dejado de funcionar, nos quedamos sin llave, nos fuimos al lobby del piso, ahí había más chicos de la universidad, salí llorando, me puse muy mal, una chica me abrazó, se empezaron a tronar todos los cristales de todas las habitaciones”.

También tronaron los cristales de los pasillos, volaban alrededor de ellos vidrios, ropa, plafones, había gritos, las alarmas sonando, también se hacían corrientes adentro del edificio. El grupo bajó por las escaleras de emergencia al piso 10, donde estaba la habitación de uno de sus profesores, se resguardaron con él en hasta que se fue llenando de agua que escurría de las paredes y el techo, el edificio de 18 pisos se estremecía con la fuerza del aire, como si fuera un terremoto.

Fotograma, cortesía de los estudiantes de la UAEH

“Fue bajar los 10 pisos por las escaleras de emergencia, estaban varias rotas, chicos de la UNAM se estaban haciendo un poco cargo de la situación, ayudaban a las personas a bajar por las escaleras, nos daban indicaciones… las escaleras parecían cascadas, habían vidrios con sangre por todos lados, pero el agua iba limpiando la sangre, a mi cada vuelta que daba el aire me aventaba, nos decían ‘no se enderecen’, pero no era que yo me quisiera enderezar, es que el aire te llevaba”.

Fotograma, cortesía de los estudiantes de la UAEH

El grupo llegó al primer piso, estaba menos dañado, había luz en los pasillos y señal de internet. Los jóvenes mandaron mensajes a sus familiares, permanecieron aproximadamente una hora hasta que el techo se desprendió.

Fotograma, cortesía de los estudiantes de la UAEH

“Se escucharon unos estruendos y se vio como el techo se agrietó, se mantuvo como tres segundos arriba y se regresó, cayó muchísimo polvo, ahí sí fue cuando de verdad nos asustamos muchísimo todos y pensamos que ahí íbamos a quedar, no sabíamos la magnitud de los temblores que estaban en ese momento, ni siquiera sabíamos si eran temblores o por el puro aire o también de que se estaba moviendo el suelo”.

Guineth, su novio y otras personas bajaron al sótano, pero se empezó a inundar, tampoco era seguro permanecer ahí, subieron al restaurante del hotel, había tuberías de gas en riesgo de que se reventaran, la recepción estaba destruida, las habitaciones de los pisos 1, 2 y 3 aguantaron el embate de Otis.

Fotograma, cortesía de los estudiantes de la UAEH

Ya refugiados en una habitación, el grupo de universitarios se dio cuenta de que faltaban cuatro personas, una alumna que estaba en el piso 12 y tres compañeros que se habían quedado en la convención.

Fotograma, cortesía de los estudiantes de la UAEH

“No sabíamos absolutamente nada de ellos, pensamos lo peor, no sabíamos qué hacer, no había manera de comunicarnos con ellos, el último mensaje que mandaron es que estaban desesperados, que se quedaron a mitad de carretera, en el autobús, no estaban ni siquiera en un edificio...”

Cuando fue posible, el profesor encargado subió al piso 12 por la estudiante, estaba en shock, no podía hablar, sobrevivió al huracán encerrada en el baño. Los tres jóvenes a los que les perdieron la pista en Zona Diamante llegaron caminando al Copacabana a las 2:00 de la tarde.

“Ellos vivieron el huracán en la calle, se separaron por las oleadas y el aire, el mar entró hasta la calle, les llegaba hasta el pecho. El chofer los bajó del camión porque se tronaron los cristales, estuvieron caminando hacia el Hotel Princess, uno de ellos se quedó abrazado de un pilote junto con otros chicos de otras universidades, el otro estaba entre camionetas, pero una se voleó; el otro estaba entre las oleadas de mar, él es el que está más afectado, trae la espalda llena de moretones, pero moretones muy fuertes, dice que la corriente del mar casi se lo lleva, a otros dos muchachos sí se los llevó, tal parece que sobrevivieron. El se pudo refugiar en una caseta de vigilancia con otra chica, ellos la pasaron muy mal, cuando las cosas se calmaron Mundo Imperial les permitió entrar en uno de los salones donde se realizaba la convención”.

El día después del huracán no existió

Alrededor de las 8 de la mañana el grupo salió a la calle a conseguir comida. Las calles estaban completamente destrozadas: palmeras, postes de luz, espectaculares tirados en la calle, carros volteados. Encontró una tienda de abarrotes abierta que sólo aceptaba efectivo.

Fotograma, cortesía de los estudiantes de la UAEH

“La comida que compramos no iba a alcanzar para los que estábamos ahí decidimos que los hombres fueran por alimentos y productos con los que nos pudiéramos asear, productos femeninos para las mujeres, lo perdimos todo. El hotel nos abandonó por completo, todos se fueron, la policía uno les preguntaba y no te contestaban, solamente se volteaban, en lugar de atender a los que estaban heridos se fueron a cuidar los cajeros que estaban en la esquina del hotel”.

Después empezaron los saqueos, los estudiantes se dirigieron al Soriana que estaba a unas cuadras del hotel, no tenía paredes, ni techo. Tomaron las cosas que necesitaban para subsistir, otras personas, sacaron pantallas, ropa, electrodomésticos.

“Para mí el miércoles no existió, fue un día de shock total, de decir estamos vivos, ver todo el desastre afuera, es impresionante, no sé ni siquiera cómo describirlo, creo que uno se queda en blanco en ese momento… junto con el ingeniero fuimos un rato a ver el mar, para esto el clima ya estaba totalmente diferente, yo creo que ha sido de los atardeceres más hermosos que he visto en mi vida, ahí estuvimos agradeciendo que estábamos vivos, que estábamos todos juntos”.

El chofer del autobús los rescató, no las autoridades

Para el 26 de octubre, del cielo despejado se asomó un esplendoroso sol que acentuó el olor a humedad y a podrido, Guineth lo describe insalubre, insoportable. Por la mañana se restableció la señal de internet, el reto era salir del puerto.

Fotograma, cortesía de los estudiantes de la UAEH

Los jóvenes se pusieron en contacto con sus papás, con el coordinador de la carrera, el director del Instituto de Ciencias Básicas y el secretario general de la UAEH, desde Pachuca presionaron a la agencia para que trajera de regreso a los alumnos.

“Contactamos a la agencia, se contradecía, nos decía una información y luego otra. Nos dijeron que no sabían nada del chofer, decían que había salido para allá pero no había llegado, no nos querían pasar el teléfono, después de insistir mucho nos lo dieron… él fue el único que realmente se preocupó por nosotros...cuando llegó estaba muy asustado por lo que vio, de los saqueos, nos dijo chicos vámonos ya”.

Alrededor del mediodía, 21 estudiantes de la UAEH y 14 más originarios de Matehuala, San Luis Potosí, salieron de Acapulco a bordo del autobús que aguantó el embate del Huracán Otis. Dejar el puerto les tomó alrededor de 4 horas.

Fotograma, cortesía de los estudiantes de la UAEH

“Vimos la destrucción, la rapiña, edificios que quedaron peor que el nuestro, había camionetas volteadas o la gente las volteaba, todos saqueados, se agarraban a golpes por la comida… Había gente intentando sacar garrafones de un camión que venía a lado de nosotros, mucha gente estaba sacando electrodomésticos en camionetas, ahí mismo, afuera de los Sorianas hacían trueques de cosas”.

El viaje para regresar a Pachuca duró alrededor de 14 horas, cuando los jóvenes al fin llegaron a casa, se enteraron de cosas que no pasaron, por ejemplo, que los días posteriores a Otis estuvieron en un alberge.

“Hubo mucha desinformación, les dijeron que nosotros estábamos en un albergue, hasta les dijeron el nombre en el que estábamos y jamás pisamos un albergue, jamás llegó Guardia Nacional, protección civil a darnos su ayuda, mucho menos gobierno de Guerrero…”.

sjl